Después de la jornada arribo a Puerto Madryn cerca de de las 22:00.
Allí me esperaba Beatriz, quien sería la persona que me iba a dar
alojamiento. Al llegar estaba con Jaime, un couch Colombiano y se
disponían a cenar tallarines con tuco. Estaba contento, había calor de hogar;
Además el apartamento estaba en un lugar espectacular. Un quinto
piso con balcón hacia el mar y a media cuadra de la playa, cuando me asignaron
la cama, con colchón y después de una buena ducha y unos tallarines, mi cuerpo
estaba agradecido. Después de charlas donde chusmeamos de la vida de cada uno,
Jaime contó sus peripecias en bicicleta, venia de Medellín. Además estaban una
gata y una perra que había venido ese día transitoriamente.
Caí muerto en la cama, el sol me despertó a las seis por lo
cual tome algunas fotos y me hice el desayuno.
Pensaba reparar algunas cosas, pero el ambiente se prestaba para seguir
descansando. Me dedique a hacer el almuerzo; Salmón con salsa de soja. Luego
una siesta y acompañe a Beatriz a deshacerse de la perra llevándola a una casa
como a quince cuadras. En la tarde use la computadora para ponerme al día con
algunos temas. Es muy difícil la comunicación con los míos, con los
amigos, todos desean tener noticias, pero no siempre uno tiene la manera de
comunicarse.
Algunos lo entienden otros no, estoy deseando conseguir una laptop, para
poder llevar las cosas más ordenadas.
Me organicé para en la mañana del sábado salir a península de
Valdez.
Otra noche en colchón, desperté temprano y arranque para la península.
El viento estaba fuerte y cruzado, a las 10:30 había llegado a Pirámide.
Donde se termina el asfalto y comienza el ripio. La mala noticia era que
no podía snorkear en la península, salvo Pirámide y cerca de la isla de los
pájaros. Hice treinta y cinco Kmts de ripio que fueron un calvario para mi y
para la moto. Iba con los pies apoyados pues con la arena la moto coleteaba
como un pez. Después de una hora de marcha había avanzado solo esa distancia
por lo que tome la decisión de no seguir, era imposible para ambos. Si seguía
estaba poniendo el viaje en riesgo y todavía tenía que regresar. La vuelta al
asfalto calmaron los ánimos. Hice otro intento en la isla de los pájaros pero
el ripio tenía serrucho y era como andar en una coctelera. Así que decidí
preservar La Cimarrona, como bauticé a la moto en honor a un amigo que siempre
dio su apoyo incondicional al viaje y emprendí el regreso a Madryn.
Beatriz y Javier trataron de darme ánimos después de contarles los
hechos. Me convencieron de que lo hecho había sido lo exacto. Por lo menos
podía seguir hacia el sur. Esa noche fuimos a un concierto gratuito de los
Pericos. El domingo saldría para Trelew con rumbo a las Plumas. El día comenzó
ventoso y arranque con Jaime rumbo a Trelew. (70 Kmts) Puerto Madryn queda en
un pozo por lo que a Jaime le quedaba subir un repecho de varios kilómetros, le
hice el aguante y lo remolque lo más que pude hasta dejarlo como a un kilómetro
de la carretera, ya cansados ambos de tironear. Ahí lo deje saliendo
hacia Trelew raudo.
El viento se hacía sentir fuerte, de costado y a veces de frente.
Trelew por ser domingo estaba muerto a las 9:00 de la mañana por lo que
lo deje después de una recorrida por el pueblo en busca de un cambio y cargar
nafta, pues tenía poco efectivo. Los pesqueros estaban lejos, lo cual
minimizaba mi interés en la ciudad. Estaba gastando 35 pesos argentinos en
nafta para recorrer 300 Kmts El viento me bajaba el rendimiento a 200 Kmts 35
pesos. Aunque abajo del paralelo 40 la nafta cuesta 1 peso menos por litro, lo
que equiparaba el gasto. Otros datos camping abajo del paralelo cuestan 22
pesos, la mitad que otros lados. Un desayuno 12 pesos. Dos empanadas y una coca
10 o 11 pesos. Otras comidas entre 25 y 30 pesos. Casi ninguna estación acepta
dólares o tarjetas. Hay que tener siempre argentinos. Precaución los domingos
los cambios no funcionan.
Seguí rumbo a las Plumas (230 Kmts) cuando llego no había nafta.
Sigo camino a Los Altares (104 Kmts) Todo el tramo estuve luchando con el
viento de 80 Kmts. Por momentos llegaba a andar a 40 Kmts por hora .La moto dos
por tres a consecuencia de las ráfagas quería irse del control. Estaba
inclinado hacia el lado del viento, cuando de pronto me cambiaba de lado y la
moto se me iba hasta que volvía a controlarla. Cuando llegue a Altares estaba
muerto, el estrés del viento me tenía acalambrada la espalda, pues tenía que ir
agachado tratando de cortar el viento. Pregunto en la estación de servicio por
un lugar donde alojarme y me dan un hotel. Voy para allá y pregunto cuánto me
sale:
-noventa pesos –me dice la recepcionista
-puedo pagar con dólares o tarjeta?
-No, me contesta-
-Ah, gracias…hasta luego-
Pienso en las charlas con Willi y me dirijo a la comisaría, en ella no
había nadie, entonces espero un rato. El viento era fuerte y frío, me refugio
detrás al amparo del edificio. Al rato llega el comisario con la señora, le
planteo el tema, si me deja instalar en el galpón o en el calabozo. Veo pasar
dos motos para abajo mientras hablo con el comisario.
-Esos van para el camping
-Entonces hay un camping!!
-Sí, tiene todo y es gratuito
-No se hable más y arranco para el camping!
Allí me reúno con Martín y Crisencio, estudiante de agronomía uno y
jubilado el otro.
Armamos los campamentos juntos. Pasamos el rato charlado hasta que nos
fuimos a dormir. Fue la noche más incómoda, el lugar espectacular, pero el
viento parecía que te volaba la carpa, por lo cual me pase despertando.
A la mañana nos despertamos, tomamos unos mates y nos despedimos en
direcciones opuestas. El viento estaba más fuerte, insoportable, pongo rumbo a
Paso del Indio. (140 Kmts) Fue durísimo llegar, pero lo más duro fue que no
había nafta. El próximo pueblo era Tecka a 180 Kmts, hecho la botella de coca
que llevaba con nafta, y me hago a la ruta a suerte y verdad.
Continua la lucha contra el viento hasta que gana su batalla, a 40 Kmts
de Tecka me saca la moto, no puedo dominarla y muerdo el declive de ripio
suelto, no pude volver al asfalto, me acostó en el suelo. la moto se clavo en
el mata perro por lo que giro derrapando con la valija y salgo rodando un par
de metros. Siento un dolor intenso en el tobillo, intento pararme y no puedo
apoyar el pie. Me arrastro hasta la moto y saco el contacto. Me quito la
bota derecha y examino el tobillo, huesos rotos nada, solo un floreciente
esguince. Me calzo y intento parar la moto como puedo. Control de daños:
Mataperro doblado casi quebrado, saco las herramientas y lo ajusto,
valija izquierda desescuadrada, imposible repararla ahora. Tengo que
desmontarla
Y volver a armar.
El manillar se vino hacia atrás, lo dejo así, la posición no es incómoda.
Los espejos vapuleados y las levas rayadas. El plástico protector del
tanque con algunas rajaduras. Tobillo dolorido pero pronto a seguir. Arranco
como puedo y sigo. Ahora tengo dos problemas, el viento y el tobillo.
Para colmo de males a 25 Kmts de Tecka se me termina la nafta. Paro un
coche y me dice que atrás de él viene una moto, de pronto me puede ayudar con
nafta. Al rato aparece una moto, le hago señas y se detiene, le cuento todo y
me da una botella de nafta, con eso llegaríamos a Tecka y podría cargar.
Era El perro Loco, un motero que venía de un encuentro en Rawson, con
una Honda shadow 600.En el parabrisas llevaba dos botellas de agua.
-Quédate tranquilo uruguayo ahora te pones atrás mío y te voy cortando
el viento, y cuando lleguemos a Tecka cargamos nafta y si no tenés plata
yo te la pago.
El perro fue un monstruo, me pegue atrás y llegamos a Tecka, cargue
nafta y comimos unos sándwiches.
-Si estás bien, seguimos a Skel (140 Kmts)
-Dale vamos y seguí en la cola hasta Skel.
Hoy estoy en Bariloche pero esa historia como todo el viaje desde Skel
junto al Perro Loco es parte de otro capítulo.
Un abraso a todos