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1 de febrero de 2015

Asia:Camboya

“El viaje de los Sueños por Asia”

Tailandia Primera Parte:

“El camino hacia Phnom Penh”

Salir de Bangkok me costó casi tres horas, una porque había terminado de cargar todo en la moto, tarde…eran casi las diez de la mañana y el transito se vuelve insoportable.

Demoré pues era la primera vez que cargaba la motocicleta, y la primera vez siempre duele…
No llevaba ni mapa, ni GPS…solo la referencia de dos pueblos o ciudades en el camino: Chon Buri y Pattaya…sabia que en la mañana, debería tener el sol a mi izquierda y en la tarde a mi derecha…esas eran solo mis referencias para el camino…no necesitaba más. Sabía que por la autopista no podía ir, pues estaba prohibido el acceso a las motocicletas, por lo cual se tornaba más difícil. A pesar que he hecho algún tramo cercano al aeropuerto en ella, donde me metí siguiendo un cartel, pero después de varios minutos, pude por fin salir.

Siguiendo los carteles verdes y yendo por debajo de la autopista el camino resulto muy pesado, mucho transito y en partes en mal estado…estuve casi tres horas para salir de Bangkok…por fin tome por un camino, poco transitado y con arrozales a los costados.

Pero esto fue solo ilusorio, en pocos kilómetros seguía en paralelo la autopista donde los pueblos pasaban solo de nombre y me encontré que todo era una continuación de la gran Bangkog…

Era todo una gran ciudad extendida sobre la ruta Nº3…por más de ciento ochenta kilómetros el camino se llevo todo mi esfuerzo y dedicación…hasta pasar Pattaya fue bastante pesado y conflictivo.

Tienes  que poner todos los sentidos en el asador, cuidar el que viene atrás, el que te adelanta por la izquierda, el que adelanta por la derecha, el que dobla en u sobre tu derecha y que aun no se ha enterado que pierde la preferencia, y si no lo esquivas o dejas pasar, te lo llevas puesto…tienes que cuidar a los que doblan a la izquierda, pero en contramano….saliendo frente a ti…los que te cruzan de ambos lados…eso te lleva un gran consumo de energía y tensión, lo cual al cabo del día, terminas cansado como un perro y sentarte en una silla o un banco por un rato, es uno de los placeres supremos.

Lo malo es que debo volver a entrar y salir de Bangkok, pues debo hacer la visa a Birmania o Myanmar…para ese pescado debo mojarme dos veces…

Después de Pattaya el tránsito solo se enloquecía en los pueblos…donde pasarlos a baja velocidad, era lo mejor…y fueron trascurriendo los kilómetros hasta Trat, donde la carretera Nº 3 da un vuelco de noventa grados hacia la izquierda, llevándote a la frontera más al sur con Camboya. La zona de Trat y el camino hasta la frontera están en buen estado, transcurre en una zona de montañas, lleno de curvas, donde puedes disfrutar de la motocicleta y las curvas de la carretera, rodeado de selva.

Algunos perros sueltos en el camino, pero como que van en paralelo…sin mucho peligro de coalición.

Cuando llegas a Ban Hak Let comienza el caos de cruzar la frontera, debes reportarte en primer lugar a los Customs, donde solo accedieron a darme un permiso por solo un mes de salida…eso es un problema, pues la idea es pasar dos veces más por Tailandia, por lo cual debo encontrar algún punto al norte de Camboya, cerca de Siam Rep, para pedir una extensión del permiso por un mes más, para luego llegar a la frontera entre Laos y Tailandia, cerca de Chiang Mai…y después salir por Malasia…debo estudiar los pasos de frontera, para ver el mas cercano.

Creo que la opción más cercana es en Siam Rep, donde me separan a la frontera solo ciento cincuenta kilómetros hasta Krong Paoy Paet , seria perder dos días pero ganar un mes y quince días para cruzar Vietnam y Laos.

Pero volviendo al cruce de frontera, después de tener el papel de los Customs, cruzas la calle y vas a la ventanilla dos, donde se hace el registro de la motocicleta y de tu nombre, firmas y vuelves a cruzar la calle, para llegar a estampar tu pasaporte con la salida, donde entregas la segunda declaración  hecha a tu entrada al país…pasas las barreras, esperas si el ejército no te revisa la carga y recorres los ochenta metros hasta la barrera de Camboya, entre un mar de extranjeros que se retiran y otro que llega.

Allí un joven se ofreció a ayudarme por tres dólares, lo bueno de esto es que no haces cola, pues manda tus documentos por un costado de las ventanillas y tienes el próximo turno.

Cuando vean el calor que hace en este lugar y la cantidad de gente, ese precio es una bobada pagarlo, pues en cinco minutos terminas el trámite de entrada.

Lo que me extraño es que no hicieran tramite de entrada de la motocicleta…pague un dólar y listo sin más trámites…espero que cuando salga no me hagan la vida imposible.

“Forti eiig?” preguntaba y hacia donde me señalaron salí raudo…buscando la 48 rumbo a Phnom Penh…una carretera hecha mierda, entre montañas y selva con todo tipo de ripio…suerte no era época de lluvias, pues se hubiera complicado en los tramos de greda…fueron ciento cincuenta kilómetros de todo tipo de terreno, donde abundaban las vacas locales en solitario o en grupos, además de algún conductor alocado que en curvas cerradas iban adelantando algún otro camión…

“La burra negra” como se ha bautizado naturalmente la motocicleta, ha demostrado comportarse bien en todos los terrenos que le ha tocado jugar, le falta la lluvia y el barro, pero tiene buen desempeño en el ripio de cualquier índole.

Creo que hemos hecho buen equipo con ella, ahora a cuidarla para que llegue a los objetivos, si darle tanto palo, por lo menos hasta estar de nuevo en Tailandia.

Luego de la carretera 48 entre en el trocal con la 4, supuestamente una autopista…eso está bastante lejano a la palabra.

La 4 fue de nuevo por ciento cincuenta y pico de kilómetros hasta Phnom Penh una ruta que se llevo toda mi atención hasta el final de la meta. Aquí tienes que poner huevos, y dejar al lado el miedo y convertirte en un loco más de esta carretera.

Aquí no se respeta nada, es la ley del más fuerte y como decimos en Uruguay “hay que ganarles la cuereada”…de eso se trata….si titubeas, o sueltas el acelerador se  lanzan, de todos lados…de frente, a contramano y desde la izquierda…son cientos de puntos que debes tener en cuenta, pero es como si de a poco entras a fluir dentro de esta locura…Eso si nunca te des por seguro, ni dejes de prestar atención un segundo, eso puede ser fatal.

Hoy hace dos días que estoy en Phnom Penh y aun no descubrí para que son las luces del semáforo, ni a quién benefician…doblan con roja a ambos lados, cruzan con roja…se atropellan para cruzar no importa la luz que haya…es de locos…vienen diez coches y veinte motos y se lanzan delante a cruzar o doblar por delante de ellos, olímpicos como algo natural. Pero, puta madre, tampoco ves un accidente…o esto es una receta muy buena… o todo lo que sabemos de las leyes de tránsito, son una cagada…jajajajajajaa

La idea primaria es moverme como un pez dentro del cardumen, esa es la mejor imagen que puedo darles, te mantienes dentro del cardumen, si este se mueve tú te mueves acompañando el sentido, tratando siempre de estar al medio, cosa que se lleven primero a los que están a tu lado…si el cardumen sube la vereda, también circulas por encima de ella…eres un pececito entre ese río de vehículos.

Cuando me detuve, vaya Gps…me había pasado cinco cuadras de la dirección del hotel…tenía que llegar a la calle 172, número 72…sin nada más que mi orientación había casi que pegado en el palo.

La Guest House quedaba en una especie de gueto de turistas donde la mayoría de los dueños eran extranjeros, que ponían su hotelito, su bar, su música y sus comidas…además de todos los vicios que puedas imaginar. Al contrario de Bangkok, encontré más viejos que jóvenes, eso sería porque los jóvenes prefieren los destinos más cercanos a las playas o porque también aquí la prostitución tiene grados altos y la ciudad está planteada para abastecer al turista europeo (ingleses, alemanes, noruegos, finlandeses) y americano (yanquis) de cerveza, drogas, rocanroll y sexo…eso los enloquece.

La zona queda en el marco ideal, a pocas cuadras del Palacio Real y de templos y monumentos antiguos y milenarios. Con un gran desarrollo gastronómico y mercados locales.

En cuanto al pueblo Camboyano, mis mayores respetos…hoy visité Choueng Ek, uno de los campos de la muerte mas famosos, uno de trescientos que los Jemeres Rojos bajo el mando de Pol Pot tenían diseminados por toda Camboya…

Pol Pot entran en Phnom Penh el 17 de abril de 1975 y en estos campos hasta su derrota en 1979 se exterminó a tres millones de camboyanos por los propios camboyanos…No gastaban balas, pues eran caras, por lo cual la mayoría fue decapitado por herramientas que se utilizaban en el cultivo de arroz y viñedos de los campos chinos cercanos. En este campo de la muerte se encontraron 8.895 cuerpos de prisioneros que venían del campo de tortura de Tuol Sleng  en Phnom Penh a quince kilómetros de distancia. Aquí se ponía música alta durante la noche, para que no se sintieran los gritos de los prisioneros cuando eran asesinados.

Lo que más me impacto, fue un árbol, testigo silencioso, donde los niños eran estrellados contra él hasta causarle la muerte…

Esta tarde mientras escuchaba el relato en español, sentado en un banco frente al lago que alimentaba los arrozales y de espalda a ellos, me sentí sumamente solo y el peor piojo del firmamento…no somos nada ante estas atrocidades…solo el respeto hacia este pueblo empobrecido, que lucha por sobrevivir y del cual su Rey se ha olvidado.

En un hecho antagónico, también he probado el poder de muerte de un Ak 47 de fabricación rusa…el arma más numerosa fabricada por el hombre…con un cargador de cien o treinta balas, uno puede sentir el poder de muerte y la transformación de cualquier individuo en una máquina de matar…es realmente terrorífico el daño que hace y la adrenalina que liberas al hacer uso de estas armas.

Ahora entiendo el poder que dan al ejército, las armas…ahora entiendo mas la muerte, después de haber disparado esto...bbrrrrr!

Mañana veremos que sorpresa nos depara el camino, estaré poniendo proa hacia unos de los templos más antiguos de Camboya, con nombre de cerveza: Angkor Wat…

Gracias por estar siempre ahí…

Ernesto Urrestarasu.