El viaje de los sueños, Australia:
”Todo por la izquierda”
”Todo por la izquierda”
Crónica de Sidney.
Llegamos con mi esposa Rachel hasta el aeropuerto de
Carrasco, tranquilos, con tiempo suficiente para hacer el “cheking”. Dos
maletas y muy poca carga, no te dejan llevar mucho, pues el negocio está en el
sobrepeso.
Los augurios no podían ser mejor, al atendernos el joven de
Lan nos dice que el vuelo ha sido sobrevendido y me oferta que si viajaba en la
noche me daba ochocientos dólares en bauchers y me pagaba el hotel en Santiago…solo
que llegaría un día más tarde de lo planeado.
Miro a Raquel…y le contesto que lo sentía, pero no podía
ayudarlo. Ya había dado mi palabra a Daniel Delfino que estaría el veintiuno en
el aeropuerto de Sidney. Cumplir con él era esencial, pues iba a llegar a
buscarme, siendo mi soporte en Australia, para todos mis planes. Si empezaba
nuestra relación, fallando a la palabra, empezábamos de mala manera.
Luego del trámite, nos sentamos a tomar un café…venía
arrastrando una gripe, bastante pesada, pasaba moqueando y no me sentía con
todas las energías.
Más tarde apareció Fernando Matonte, y se nos unió en la
mesa…firme como siempre.Hablamos de mis expectativas para con el viaje, que no
eran muchas. Estaba más jugado a la sorpresa de lo que encontraría a mi llegada
a Sidney. Podía vislumbrar el camino, pero sin certezas. Hasta llegar no sabría
si podría poner en marcha mis planes. Mientras transcurría el tiempo,
acercándose la hora para el embarque. Estaba bastante jodido de humor, el
estado de gripe me tenia realmente mal…trataba de parecer contento, pero no
podía disfrutar el momento de la partida. Esperaba no tener ningún exceso de
tos en el avión y los mocos realmente me tenían desquiciado. Trataba de parecer
lo más enterito que pudiera y cada tanto me relajaba con alguna sonrisa y un
corte de broma.
Llego la hora de embarcar…me despedí de mi esposa
Raquel…esta estalló en llanto…un abraso apretado a ella y otro al Pata,
dirigiéndome hacia el gate.
Después de los trámites, por fin me pude sentar en el avión.
Estaba tranquilo, empezaba otra aventura…
El despegue transcurrió sin novedad, el vuelo fue calmo, me
dieron un par de comidas, por lo cual me mantuve entretenido. El avión era
pequeño y me toco del lado de la ventanilla. Solamente algo de movimiento sobre
la cordillera, por lo cual alguien bromeo sobre aquel accidente donde cayeron
los uruguayos en los andes. El descenso en Santiago de Chile fue un suplicio
para mis oídos, bajar tan rápido me originaba un dolor insoportable debajo de
las orejas. Realmente me dejo maltrecho el aterrizaje, además de la gripe,
sumaba la molestia en los oídos. Mi aparato auditivo tiene el doble de tamaño
que el de otras personas, por lo cual cuando era afectado por la presión,
realmente lo padecía de mala manera. En Santiago me pasaron a un avión más
grande, con el cual haríamos el cruce del Pacífico.
Fueron demasiadas horas de vuelo, a pesar de que a cada rato
te traían comida y bebidas, me aburrí bastante. No podía ver películas, pues no
sabía donde enchufar los auriculares…busque bastante donde hacerlo pero no lo
encontré.
Tampoco tenía vistas, volábamos de noche y me toco en el
medio del avión, lo que se torno bastante aburrido. Amén de que estaba cargando
con la gripe a cuesta y se tornaba trabajoso llevar el cuerpo a cuesta. Mis
mocos estaban incontenibles y trataba de mantenerme tranquilo, no sea que me
declararan en cuarentena por llegar con una gripe o me confundieran con alguno
que tuviera tuberculosis!
Para colmo tenía una frazadita, que me mantenía caliente,
pero en una ida al baño, alguien me la quito y nunca más apareció.
Al fin después de chiquicientas horas, llegamos a Nueva
Zelanda, donde se realizaría una escala técnica, para cargar combustible.
Tendría que abandonar el avión y embarcar en otro gate.
Lo bueno es que pude conseguir una cámara barata en el free
shop neozelandés…era la herramienta que me faltaba.
Después de dos horas y pico desembarcaba en el aeropuerto de
Sidney.
El papeleo fue cosa ardua, pero relativamente fácil de
hacer, lo complicado era la cantidad de gente que había, pues como que se
juntaron varios vuelos y a pesar de ser Australia, la cola era enorme!
Fue difícil identificar a Daniel, el amigo que me
esperaba…tenía un recuerdo de él hace varios años atrás, y era difícil que los
años no lo hubieran cambiado…
Pero fue él quien dio conmigo y nos estrechamos en un abraso
fraterno…la alegría de ver un amigo en tierras tan lejanas era inconmensurable.
Las palabras se atropellaban para salir por encima de lo que cada uno decía.
Al salir del hall y dirigirnos
hacia el parking, aparecen Celso y su esposa Lidia, presurosos (el vuelo se
había adelantado unos minutos) preocupados por mi llegada, con el temor que
nadie viniera a buscarme y terminara perdido
en Sidney. Nuevos abrazos, nuevos amigos…las cosas estaban en el carril
correcto. En quince minutos de charla definimos todo… Lidia se hablaba todo,
quedamos que en unos días, los iríamos a ver y nos hacíamos de la carpa y algún
otro elemento necesario para acampar.
De pronto se podía hacer alguna
comida típica de Uruguay para esa ocasión.
Al fin nos despedimos y quedamos
solos con Daniel en el ascensor del parking, ascendiendo hasta el piso que
tenía estacionado su coche.
Ya instalados en el coche
paseaba los ojos por las imágenes que veía, le di un panorama general de lo que
eran mis planes. Ese día ya tenía Daniel todo organizado, a partir de las dos
me dejaba en el centro, mientras asistía a clases necesarias para agiornar su
titulo. Dejo a entender que como que eran obligatorias, por lo cual no podía faltar.
Daniel me llevo hasta su casa en
Cronulla (se pronuncia cronala) a treinta kilómetros del centro de Sídney.
Lo primero que me mostro al
llegar fue una honda hakabusa, de no sé cuantos centímetros cúbicos…solo pensar
en la velocidad que desarrollaba esa máquina te erizaba.
Subimos dos piso y entramos en
su departamento…la imagen de pulcro y ordenado me sorprendió. Tal vez nunca se
imagino que dejaba entrar a su casa a la imagen del caos, y yo no hice nada
para enterarlo, con los días me iba a descubrir o a las horas.
Me asigno mi dormitorio,
comienzo a desempacar y de a poco invado su living, por el resto de los días
que pasaría allí, su comedor-living, fue el lugar centro de todas las
operaciones.
En un rato lo tenía todo
desparramado en la mesa, cargando bacterias y computador, con cables por
doquier.
Ajustar nuestros tiempos fue
sencillo, Daniel ya me había asignado el suyo, por lo cual solo tenía que
seguir las directivas y podríamos acompasarnos positivamente.
A veces las únicas dudas que surgían
era de si esto primero, o lo otro, pero siempre con un objetivo definido.
Una vez ordenado todo (o
desordenado todo, según los ojos de quien lo viera) Salimos a dar una vuelta
por Cronulla, vimos sus playas y su azul esmeralda…es la primera vez que veo el
azul turquesa terminar en el verde esmeralda más puro que haya visto…mis ojos
registraban todo, extasiados en ese mar…como saboreando sus aguas.
Caminamos un largo rato,
charlando de puntos de vista de la vida…Eran los principios y Daniel tenía una
forma de pensar y valores muy similares a los míos, por lo cual las charlas
eran agradables y de todo tipo de tópicos.
Terminamos tomando unas cervezas
en un pub y comiendo unas papas fritas…la cerveza la sirven como un chop
directo y las hay de varias marcas. Comenzamos con el gusto de Daniel, que me
pareció fuerte y más amarga, por lo cual
en la otra me pase a algo conocido como una Stella Artois, más suave, a molde
de mi paladar.
Al final salimos casi de raje,
se hacia tarde y Daniel tenía que estar a las 14 horas en el lugar de las
clases. De paso compramos un chip para mi teléfono que en un breve tramite para
Daniel, quedo funcionando.
Daniel como buen padre me dejo
en las puertas del consulado uruguayo en Sidney y me metí en el ascensor en
busca del piso veinte. Que el cónsul me recibiera era un hándicap que no
esperaba. Sin muchas expectativas busque la oficina del consulado, que vaya
casualidad estaba en el mismo piso que la embajada Argentina. Allí me atendió
Yolanda, que aguardara un instante que el cónsul ya estaba conmigo. Hago unos
disparos de cámara en el lugar y de inmediato me recibe el cónsul. Luego de las
presentaciones…
-
¿Qué podemos hacer por usted ¿
-
Por mi ?... mmmmmmmmmm (empezamos mal pensé por
un segundo)
-
Por mi nada…(les había mandado un mail contando
de mis planes, y por lo visto no lo había leído)…estoy para charlar sobre
uruguayos…ver como se han adaptado a Australia, interactuar con ellos…saber de
sus sueños, de su realidad (de pronto las cervezas habían opacado mi
entendimiento)
Y así comenzamos a soltar cosas,
le comente lo que había visto en otras embajadas de América, de las necesidades
de su gente y que nunca estaban.
El trato de darme un panorama de
cómo funcionaban aquí, de que si una persona necesitaba un pasaporte lo conseguía
prestamente, que estaban luchando para tener escuelas en español.
Yo le pregunte como se había
adaptado el uruguayo a una cultura tan reglamentarista como la australiana,
donde por ejemplo en el aeropuerto había visto un cartel donde estaba prohibido
filmar, usar cámaras y teléfonos móviles y que tal acción se castigaba con mil
dólares de multa.
El planteo que Australia no le
gusta la mentira, que basan su cultura en la confianza y que nadie va a romper
las reglas, pues los castigos son ejemplares, hasta se pagan con cárcel. Que la
enseñanza se basa en el respeto entre sus individuos y ellos saben que este es
el único camino (entre líneas leer, que si se sale de él existen fuertes multas)
Yo le pregunto cuánto tiempo
hacia que no iba a Uruguay, me contesta que iba seguido.
Entonces le pregunto si había
visto los contenedores de basura, rodeados de ella y otras realidades mas…cosas
que tiene los uruguayos…como por ejemplo saltarse en su país un cartel de pare,
o cruzar con roja y que aquí no lo hacían por lo fuerte que eran los castigos…y
que había visto que la policía buscaba siempre a la gente en infracción.
Que me parecía que había cosas
que uno podía enseñar a implementar en su propio país…
Pero varias veces me repitió la
frase:
-
Se hace lo que se puede!
Puta!...pensaba, yo hago lo que
puedo…de ustedes espero más!
Le planteo que me gustaría más
que en vez de mandar ayuda económica nos mandaran técnicos, tanto en seguridad
o en enseñanza, que nos indicaran como educar a nuestro pueblo en esos puntos
donde aparentemente estamos haciendo fondo. Que necesitamos aprender de como
ellos se habían adaptado a un sistema casi sin fallas aparentes, con altos
valores personales…que trasladaran esos valores a nuestra sociedad.
Entonces le pregunto si el
dialogo con el gobierno era bueno y fluido…ahí me reiteró
-
Se hace lo que se puede!
En un punto de la conversación
se debe de haber acordado que mi tiempo se había acabado y se apresuro a
despedirme…acompañándome hasta la puerta del ascensor.
Después, abajo y más tarde al
saber los precios de las propiedades, me di cuenta que mantener esa oficina en
el centro, nos costaba un huevo y la mitad del otro.
Pero bueno, estaba de nuevo en
la calle…faltaba mucho tiempo para reunirnos en una plaza acordada con Daniel,
como a las cinco.
Por lo cual empecé a andar por
la calle peatonal rumbo el lugar que se deslumbraba el puente Harbour…Saque la
cámara y dispare a diestra y siniestra…era todo nuevo para mí. La pulcritud de
la ciudad, el orden…el estado de los teléfonos públicos…y la gente que
hormigueaba en mi entorno, todas bien vestidas…mil cosas más. Caminaba y
llenaba los ojos de imágenes, mientras avanzaba hasta la bahía…me sentía
cansado, había hecho como dos días de vuelo y ya estaba en danza por Sidney.
Pero como siempre digo: “si quieres sopa…toma dos platos”
La bahía me sorprendió con su
movimiento, ferrys y personas se movían por doquier…en un costado un crucero
enorme…mi mirada se detuvo en el, como añorando aquel momento en Vallarta,
esperando que Seba descendiera de él en un momento u otro.
Subí las escaleras metálicas
para lograr ver el puente en toda su magnitud…este puente era un hito para los
uruguayos…allí había flameado la bandera uruguaya, junto a la Australiana. Por
única vez, por siempre, merito de toda esa colectividad que nos representa,
siempre solidaria, que recuerda este hecho, como uno de sus logros más altos.
Trate de retratarlo lo mejor que
pude…a mi derecha estaba el auditorio, con su figura emblemática…creo que si
hay un edificio que todo el mundo conoce, este debe ser…su imagen esta en casi
todas las retinas.
No me daba el cuero para cruzar
la bahía y llegar hasta él, al regreso del viaje tendría tiempo de visitarlo,
las piernas me dolían y aun me quedaban unas cuantas cuadras de caminata para
llegar hasta el punto de reunión.
Una de las cosas buenas es que
en cada teléfono público hay un mapa apreciable de la zona en que estas. Me
oriente sobre el lugar de la plaza y salí en su busca…La plaza estaba llena de
chinos, todo tipo y tamaño…retozaban alrededor de una gigantesca fuente de
figuras en bronce.
La música en español atravesaba
la plaza, un tema del disco Buena Vista Social Club salía de un pequeño
cantante (tal vez chileno) sonaba bien, pero la letra la estaba haciendo
mierda.
Me senté en un banco, escuchando
y observando. Esto último lo hago muy bien en países de otro idioma, hablar no
podía…pero observar si…
El repertorio tenía un bolero
conocido, y además “la Bamba”…cuando
empezó ajuntar los instrumentos me acerque y le pregunte de donde era.
“De Perú” me contesto y
entablamos un dialogo afectuoso…se iba a tocar a otro lugar…a veces se juntaba
con un uruguayo que tocaba el violín…me dio su tarjeta…busque una de la
vidriería en la cartera…pero después me di cuenta que era totalmente al pedo
darle una….jajajaja…allí nunca íbamos a meter un vidrio!!!
De vuelta quede solo en la
plaza…me puse a ver un partido de ajedrez con piezas gigantes…los jugadores las
movían a las patadas…cuando iban a comer alguna pieza, arrastraban la suya con
la pierna derecha y levantaban la pieza comida con las manos…
Desde el lugar se observaba la
enorme torre de Sidney, estaba contemplándola, calculando que altura podría
tener (que era mucha), cuando me suena el teléfono…era Daniel anunciando su
pronta llegada.
Estaba realmente maltrecho…llegamos
tan cansados que Daniel pidió unas pizzas y empezamos a darle vueltas a la moto
necesaria para el viaje.
Era el punto neurálgico…el
jueves ya estaba muerto…por lo cual solo quedaba viernes, para la compra de la
moto, de lo contrario tendríamos que esperar al lunes. Miramos algunos precios
de las usadas, si convencernos…había un tema con la regulación, o espiraba el
rego muy pronto o no lo tenían. Para obtener el rego o permiso de circulación
de la moto, eran muy estrictos con los controles, y debía de cumplir con todas
las demandas de la inspección. Era un trámite engorroso y muy severo.
Cansados nos fuimos a dormir…fue
un placer extremo tirarme en una cama tan suave, caí noqueado…
En la mañana estaba como nuevo,
tan nuevo que me desperté a las cuatro de la mañana…di vueltas, pero los gritos
de las aves no me dejaban conciliar el sueño nuevamente. Aquí parecía que todos
los pájaros eran grandes, y cuando manifestaban sus voces eran como gritos de
dolor…Los cuervos gritaban como si los estuvieran matando, y un loro blanco
bastante grande gritaba como si le estuvieran dando una paliza a una mujer o un
niño. Al principio estos gritos me sorprendían, y lo malo es que empezaban con
el amanecer…
Seis y media se despertó Daniel,
me dio un café con leche magnifico, tenía una maquina que sacaba expreso como
la puta madre!
Solo había que ponerle un
tamborcito en la maquina y en dos
minutos te daba el café con el sabor de la parte del mundo que se te antojara.
En esa ocasión Daniel eligió café brasilero.
Durante y después del desayuno
empezamos a buscar la moto en ambas computadoras…que esta si…que esta no…que le
falta el permiso…que le pasa un mensaje y no hay respuesta…y así siguió la
cosa…Daniel anoto media docena de teléfonos…hasta que apareció la Kimco 0 Kmt…
-
Esa misma…
-
Esta…
-
Si, es negra como la otra…está bien…es
nueva…tiene que aguantar…
-
Tiene dos años de garantía – me dice
-
Ok, yo la necesito tres meses…
-
Queda cerca de acá (lo de cerca era un
decir…como 80 kilómetros)
-
Vamos a verla ¿
-
Vamos, dale…vamos a traerla si podemos
-
Espera que agarro la plata…si está bien la
compramos!
En un rato estábamos rumbo al
sur de Sidney en busca de la kimco.
Nos metimos dentro del Royal
National Park…
-
Ves la cabina…cuando pasas les haces seña de que
solo lo cruzas y si te paran les decís: y me dice un par de palabras en
inglés…y no te cobran….solo cobran si venís de pic-nic o a pasar el día dentro.
Estos datos eran los que me
interesaban…con estas cosas era que podía andar y sobrevivir en estas tierras.
El parque estaba lleno de
curvas, como era su gusto (el mío también) íbamos disfrutando del
panorama…arboles gigantes, montañas, precipicios, arroyos…hasta que
desembocamos en el mar.
Ese mar, ese color me dejo
perplejo por un instante…nunca en mi puta vida, había visto este color en el
mar…ese azul profundo y el verde esmeralda conjugados en un mismo lugar.
El trayecto continúo al borde
del mar, hasta dar con el distribuidor de la Kimco, frente a un local de
Harleys…Miramos la moto
- God, está bien…dile que me deje probarla…
- Dice que te deja, pero si la rompes, la
compras.
- Ok…voy a buscar el casco, mientras el hombre
saca la máquina para afuera…
Doy una vuelta y es
suficiente…me bajo
-
Dile que si la compramos ahora la podemos llevar
-
La podemos llevar si la hago a mi nombre, está
bien¿ - Pregunta Daniel
-
Si está bien…ya tienes otra moto
El encargado empieza a hacer los
papeles y de pronto empieza a buscar algo y no lo encuentra.
-
Problemas ¿… inquiero
-
Parece que no le coincide el numero…va a demorar
un poco…
-
Vamos a comer algo y cuando vuélvamos ya deben
de estar prontos los papeles.
-
Ok, vamos
Nos metemos en un Hotel, bar,
timba y bistró…todos los servicios en un mismo lugar…
-
Ves en lugares como este, afuera, podes comer
barato…son antros…y si alguna noche te quieres quedar te cobran 20 o 30 dólares
la noche.
-
Bárbaro…está bien y seguimos charlando y
comiendo pescado y papas en abundancia.
Daniel trataba siempre de darme
los consejos necesarios para pasar por Australia sin problemas, constantemente
me enseñaba tips y resolvía los problemas que surgían.
Yo solo tenía que decir,”tengo
que hacer esto” y a los cinco minutos, aparecía Daniel con una respuesta
positiva. (En otras palabras, un monstruo)…Habíamos hecho una buena conjunción
de trabajo. Era excelente ejecutando las prioridades.
Sé que volvimos con el
distribuidor y tenía todo pronto…me puse la campera, mientras ellos continuaban
de charla…calce los guantes…apareció la moto con el tanque lleno, pronta para
irse.
-
Te sigo - le anuncio
-
Dale vamos
-
No más de sesenta…hasta el primer servicio no
corre más de eso!
Echamos a andar…por la izquierda
hacia Sidney…No contábamos que unos kilómetros más adelante cayera un
chaparrón, estaba decidido a llevarla a toda costa, por lo cual en contra de mi
norma, seguí adelante.
Un semáforo nos separa, y Daniel
se estaciona a esperarme…yo pensando que iba adelante ni lo vi cuando pase por
donde estaba…de inmediato el camino se bifurca…opto por la derecha, calculando
que habíamos llegado manteniendo el mar a mi izquierda, por lo cual ahora seria
al revés. Cuando tomo la bifurcación, levanto la vista y veo el cartel que dice
Sidney
“chasssssss, la había cagado…si
Daniel iba adelante, este camino no lo había tomado y marcha atrás no podía
volver, ni dar la vuelta. Por lo cual opto por llegar hasta el retorno y volver
a Sidney por la carretera 1, que fue donde desemboque al errar. Pero no fue tan
fácil el retorno…anduve como 15 kilómetros hasta poder dar la vuelta.
Quince kilómetros más de vuelta
y estaba en el mismo punto…lo lindo que era mi segundo día en Sidney y ya
estaba manejando y ya también estaba perdido. Opte por ser racional…viajaba por
la uno hacia Sidney, así que en algún momento iba a ver un cartel que dijera
“Cronulla”.
Le di tranqui, reconociendo los
lugares por donde habíamos pasado, cuando paso la entrada del Royal Park, trato
de recordar cauto habíamos hecho hasta allí, me había parecido cerca.
Igualmente no me desesperaba…en
último caso tendría que peinar Sidney en un radio de 30 kilómetros y
encontraría a Cronulla…
Seguí adelante hasta dar con un
cartel que indicaba que tenía que entrar a la derecha. Me metí
de una…y seguí hasta que
encontré otro cartel…trate de hacer el camino de la memoria, pero como la
memoria a veces falla, llegue a la cima de un cerro y se me termino el camino…dudo
unos instantes que hacer…como dar con la casa de Daniel…
En eso se estaciona un coche en
una casa frente a mí…me dirijo hacia él y le hablo al conductor, mientras por
el otro lado se bajaba un joven…
-
Escuismi…ni speak inglishh…
-
(Aquí va contestación del chofer en ingles)
-
Cronaalaa, digo lo mejor que puedo…me agacho y
dibujo en el piso…
-
Bay les muestro…y haciendo el gesto de
bateador…Beissboll!
-
Ha, ok…y me entra a explicar en un inglés que no
entiendo (al igual que los otros inglés)
Por lo que entiendo, como que
tenía que volver por donde había venido y al llegar a no sé dónde, que doblara
a la izquierda…
Hecho, arranque y en la primera
que se me cruzo, doble a la izquierda…no sé cómo pero llegue a la cancha de
beisbol…
Empiezo a peinar el lugar, tomo
por una calle y no doy con la casa, retorno salgo a la playa mas lejos de lo
que estaba. De vuelta a empezar…trato de dar con la cancha y no lo logro…sigo
dando vueltas y vueltas…y no reconozco la casa. Ya estaba entrada la noche y hacia
como dos horas que daba vueltas y nada.
En una giro en una calle y
Daniel está en la vereda hablando por teléfono, me grita…jajájajá…me cago de la
risa…había llegado a casa!!!
Me bajo de la moto y lo
abraso…ambos habíamos pasado unos buenos nervios, pero ambos habíamos pasado la
prueba…mi sentido de orientación intacto y los nervios de Daniel…intactos!
Jajajajaja
-
Ya no sabía qué hacer…te llame como cinco
veces…ahora hablaba con mi hermano a ver qué podía hacer para encontrarte…
-
Yo te dije que no te preocuparas…que iba a dar
contigo…te dije que me oriento bien…hace como dos horas que estoy dando vueltas…y
nos reímos…
-
Te dije que la aventura conmigo estaba
asegurada!!!
Guardamos la moto…y salimos en
busca de cervezas…esos dos días que habíamos pasado habían sido de grandes
emociones. Todavía quedaba un largo camino para recorrer, ya tenía con que, el
resto con charamuscas.
Daniel tenía grandes recuerdos
de su Uruguay, sumado a que las regábamos con buenas cervezas, las charlas eran
un gran momento. Como siempre nuestras historias se tocaban en algún punto, con
personajes comunes a ambos. Yo apreciaba esas charlas, pues nos comunicábamos
de buena manera. Y de paso seguía aprendiendo, porque cada día aprendía algo de
él, siempre tenía un comentario o alguna idea de cómo resolver tal cosa.
Esa noche fue pacífica, las
cervezas hacían efecto y el estado de haber vivido momentos en que los nervios
están al mango, te relaja, como si nada pudiera alcanzarte.
El sábado jugaba Uruguay…nos
levantamos y desayunamos, Daniel preparo
el mate y tratamos de ver lo mejor posible el partido instalados en el sofá de
la casa. Después del partido decidí instalar la Givi en la moto…esta maleta se
la habían regalado a Kevin y él me la ofreció para traerla. Ahora había que
adaptarla a la moto.
Calientes por el resultado del
partido, nos abocamos a hacer las adaptaciones en la moto. Tenía una ventaja,
que ya venía con una elemental parrilla…Daniel saco una planchuela de hierro y
de inmediato la corte y adapte…trabajamos un buen rato hasta dejarla puesta.
Concluimos que había que
adaptarle unas alforjas o llevar una mochila en el tanque…subimos la suspensión
un numero, esperando fuera lo suficiente.
Al final de las reformas,
sección de fotos y salimos a almorzar.
Al regreso estaba el tema del
seguro de la moto y de la libreta de conducir.
En el seguro se puso Daniel a
trabajar y casi de inmediato lo soluciono, haciendo ingresar a la moto, y
declarando que la conducía yo, su seguro lo acepto y pronto.
El tema de la libreta, no tenia
problema…en caso de que pasara algo, les podía mostrar que era internacional,
pues tenía el mismo número que mi pasaporte. Si la policía me detenía por
cualquier problema esa sería mi segunda defensa. La primera era “no spik
iglishh, aim spik sspanishh”. Además el seguro ya había aceptado el número de
la libreta de conducir.
Daniel no podía creer, como en
48 horas de llegar teníamos todo arreglado para el viaje. A él le llevaba
semanas para organizar ir a cualquier lugar…como que este viaje le cambiaba
algunos conceptos. Yo le explicaba que nosotros mismos hacíamos nuestra propia
cárcel…que si quisiéramos hacer algo, no debiéramos buscarle otra pata al
gato…Lo único que se necesita es las ganas y la determinación de hacer el
viaje. El resto del universo se alinea para que esto sea posible… (Aunque a
veces nos pone algunas piedras en el camino, pero creo que es más bien para
probarnos que queremos hacer esto.)
El sábado termino con cervezas
en un club, con vista a la playa y cena en otro lugar…
Fue otro día magnifico.
El domingo combinamos que íbamos
a almorzar a lo de Celso, ya había hablado con Lidia, su esposa y estaba
acordado. Celso, para que no saliera tan cargado de Uruguay, me había ofrecido
una carpa, un sobre de dormir y una cocinita. Teníamos que hacer como 100
kilómetros hacia el norte, hacia Gosber.
Salimos cerca de las diez de la
mañana, paramos a ver los precios de las alforjas e inda mais…nos entretuvimos
bastante, pero tenía un panorama claro de lo que necesitaba.
Al final arrancamos rumbo a Gosber…estábamos
al sur de Sidney, por lo cual pasamos por su centro…cruzamos por encima del
puente Harbour…desde dentro era una monstruosidad de hierros gigantescos. Luego
nos desviamos de la uno para tomar un camino paralelo entre la montaña. Íbamos
más lento, pero este camino lo apreciábamos mucho, lleno de curvas,
rebaje…ideales para el placer de conducir… La máquina de Daniel venia con 158
caballos y con un cambio de chip se lograban 180 caballos, por lo cual el poder
del W… se apreciaba en estos caminos.
Tarde pero llegamos, Celso vivía
en la cumbre de una colina, un entorno magnifico, donde se apreciaba la bahía
con todos sus bosques. Eso sí, si andabas a pie, te regalo la subida…era tan
empinada que hacerla en coche ya te cansaba.
Celso nos esperaba con un
asadito en una barbacoa a gas…todo era muy similar a lo nuestro.
Lidia como una madre nos
esperaba con un montón de pequeñeces, que empezó a colocar en la mesa…éramos
nosotros dos solamente y seguían sacando comida.
A Lidia no le gustaba hablar
mucho, por lo cual me centre en la visión de Celso…mientras Daniel y Lidia
chusmeaban a diestra y siniestra….jajajaja!
Celso me dio la visión que
quería de nuestro pueblo en Australia…pero como que todos esos logros que
tenían se iban perdiendo con las generaciones que venían.
El por años había estado unido
al Club Uruguayo, quien había sido el que los mantuvo juntos a los demás por
décadas…ahora eso se estaba perdiendo.
Me conto los logros de la gente,
las internas de las personas, sus luchas…su visión de Australia…Fue una
magnifica tarde…yo obtuve lo que había ido a buscar…y además traíamos hasta una
vianda para el otro día.
La charla con Celso y Lidia, no
pudo ser mejor representativa…la habían luchado en estas tierras y se veían
personas verdaderas, al darnos su opinión de las cosas. Me dieron una opinión
veraz desde su óptica de ciudadanos del mundo sin dejar temas colgados…tocamos
todos.
Al final conversamos casi ocho
horas (también comimos por ocho horas) hasta que decidimos arrancar para
Sidney.
El retorno fue más rápido,
llegamos muertos a tirarnos en la cama, pero con el corazón contento, la tarde
había sido magnifica.
El lunes salimos a buscar las
alforjas a un lugar cercano…volvimos y cargamos todas las cosas, dejando la
moto pronta para el viaje…
Daniel estaba sorprendido de lo
rápido que habían salido las cosas y que el martes (mañana) ya partiera rumbo a
lo que saliera. Aquí todos me alertaban de los peligros…yo estaba tranquilo,
tenía una enorme confianza en lo que hacía…si surgía algo entonces mi capacidad
de resolver las cosas de manera simple, se pondría en marcha y lo resolvería.
Es que ya no era que no sabía hacerlo, ahora sabía como hacerlo y cuál sería la
manera. Mañana seria orfebre de mi camino y allí mi figura se agrandaba más,
indomable, pronto para marcar una nueva huella en tierras Australianas.
Ernesto Urrestarasu.
Una amiga nueva en lo de CelsoJuega la celeste...
...y el mate en Australia era de esperar...
En el garaje,haciendo las adaptaciones...
Como que no iba a trabajar!!
Examinado por dentro...
Loco de la vida !!
Ya va a estar...no se impacienten.
Vieron,todo tarda pero llega!
Unos monstruos...jajaja
Sala de espera en el consulado...
En este edificio,piso veinte...consulado uruguayo...
Un emblema en Sidney...
Ya nos vamos a ver...
Ven esas dos banderitas...bueno,esta gente, para un desafío al corazón logro bajar una y que flameara la bandera uruguaya junto a la australiana.
La plaza de reunión...
Mi nuevo amigo peruano...y su bamba en español...
Tres uruguayos juntos: chusmerio !!!jajajajaja
Asador australiano con corazón uruguayo..."hay que adaptarse"