El viaje de los sueños.
Australia:”Todo por la izquierda”
Crónicas de viaje, capítulo X
Cuando en mi
anterior viaje por América, cruce EE.UU, Canadá y Alaska había descubierto un
sentir nuevo.
Mi humanidad
se alegraba cuando estaba en presencia de “mi gente”.
La
interacción con la gente uruguaya me daba un plus de alegría y ánimo para
seguir adelante…era una sensación que me llenaba de orgullo y optimismo…sentía
su apoyo, en sus palabras y acciones…
Estar en un
país distinto, con idiomas distintos, donde la soledad se hacía presente a cada
instante, encontrar a alguien que hablara en tus propios términos, era algo que
no tenía precio.
Esos
encuentros me daban una gran dosis de adrenalina, apresuraban mi corazón,
trataba de hablar “Hasta por los codos”, podía expresarme y compartir charlas
interminables de “aquella pequeña tierra, lejana”…
Era una
conexión simple, donde cada uno mostraba su ser verdadero, sin ataduras…sin
mezquindad…donde tratábamos de arreglar “nuestro paisito”, donde se discutían
problemas del “antes” y las ventajas del “ahora”…
La
interacción con esta gente tenía un gran valor para ambos, había descubierto
que ellos no estaban tan lejos de mis propios sentimientos…ellos también
estaban solos y con otro idioma, con amigos a ciento de kilómetros y la
comunicación tampoco era tan fluida con la tierra en que vivían…
Se habían
adaptado como el camaleón a las nuevas circunstancias, se sentían uno más entre
gente diferente después de varios años…pero seguían teniendo su “corazón
partido”…sus afectos, sus amigos “de toda la vida” y su tierra seguían ocupando
una parte importante dentro de ellos…”quedando allá”…”pero viviendo acá”
Cuando
desembarco en Australia, una del las
metas del viaje era la interacción con nuestra gente…es una de las
colectividades más grandes, de mayor presencia en el exterior…al tercer día en
Sydney estaba con el cónsul uruguayo Álvaro Barba en una charla que no derivo
en un mejor conocimiento de nuestra gente…Salí pensando en que mal gastado está
el dinero en el servicio exterior y que poco nos aporta…
Una de las
características fundamentales en los uruguayos que están en Australia, es su
compromiso solidario con nuestra tierra, sus obras son dignas de
mención…siempre están haciendo algo por nuestro país y su gente.
Estos
últimos días del viaje en Australia, fueron gran parte de esta interacción,
donde me dieron la mejor mirada, amplia, veraz, del sentimiento de nuestra
gente por este continente tan diverso…de sus sueños, su lucha… sus logros.
Ahora bien,
todos estos hechos son accidentales…si no hubiera decidido llegar a Australia,
hoy no conocería a estas personas y tampoco serian parte de esta historia…una
constante de los viajes es que las mejores personas que conoces, son por
accidente y “se quedan para toda la vida”.
Cuando
estacione frente a la casa de Myrna, en Old Bar, ya sabía que iba a ser un día
distinto… Myrna cruzo el portón llamando a su esposo Juan…
-
Juan!...Juaaan!!...mira
lo que encontré!!!....
-
Un
Uruguayyyyyoooo Juan!!
Y allí
empezaron las presentaciones.
Myrna había
venido a Australia, arrastrando un matrimonio y sus dos hijos…buscando un nuevo
futuro…
Con el
tiempo conoció a Juan, ambos con alguna historia de amores que no anduvieron y
quedaron en el camino…ya mayores, decidieron seguir la vida juntos.
Se jubilaron
y compraron una casa modesta en Old Bar, donde viven tranquilamente, junto a su
perro.
Para ellos,
como para tantos uruguayos que residen en Australia, las cosas no son fáciles,
ni lo fueron nunca…pero con sus jubilaciones y un poco de ayuda de sus hijos,
la van piloteando bien.
Sentados en
el hall del fondo alrededor de una mesa, café por medio les conté lo que andaba
haciendo por aquel lugar…mi viaje, lugares… ellos contaron sus vidas…las
palabras nos atropellaban para salir…estábamos felices…
La última
vez que había tenido una gran charla en español fue en Perth…y ya había pasado
tanto tiempo…es recién en ese momento, que te das cuenta de la inmensa soledad
en que has viajado…
Se paso el
café, y seguimos con un guiso de porotos…habíamos hablado por casi dos horas y
media…cordial y alegre ataqué el guiso…lo regamos con algo de vino…estaba
delicioso.
Sobre el
final de la sobremesa, llego uno de los hijos de Myrna…traía de regalo para
Juan, un camión…
Trabajaba de
Constructor…le iba muy bien, con mucho trabajo…me conto que las aberturas y
cristales los pedían directamente a China…en veinte días los tenía allí a un
veinte por ciento menos de costo…basados en la agilidad y magnitud del comercio
con este país.
El plan de
ese día era llegar hasta Forster y Tuncurry para pescar y pasar la noche…el
clima se ponía cada vez más tormentoso, hacia frio…presagiaba una noche muy
dura.
Pero entre
tanta charla Myrna y Juan insistieron en que pasara la noche en su casa…no
estaba muy convencido de ello.
Myrna me
planteo ir hasta Tuncurry en su auto para conocer la zona…era una propuesta
ideal para cómo se estaba poniendo fuera, ya caían algunas gotas…al regreso
dormiría en su casa.
Por lo cual
salimos de paseo por Old Bar primero y luego salimos a la M1 nuevamente para
tomar la entrada a Tuncurry…Era zona de bosques, montañas y valles. Tuncurry se
encuentra a orillas del mar y se une a Forster por medio de un gran puente.
Divididos por el rio que desemboca en el mar…la vida de los dos pueblos
transcurre a sus orillas.
Después de
ver sus playas y recorrer bastante, cercanos a la noche, regresamos a la casa.
Parecía que
nos conociéramos de toda la vida, pasamos un gran día juntos…me contaron de sus
proyectos, los arreglos que hacían a la casa, para recibir a sus amigos en el
verano y tuvieran las comodidades necesarias.
Juan había
tenido una vida de trabajo, su hobby era tener una discoteca bastante completa,
donde amenizaba fiestas y cumpleaños en su juventud…Aun seguía coleccionando
música a pesar de haberse alejado de los bailes…y del ruido.
Tenían una
vida plena, cerca de sus hijos y amigos en un lugar magnifico.
El viernes
viajaban a Sydney para asistir a la fiesta de un amigo el sábado, por lo cual
nos pusimos de acuerdo en encontrarnos el viernes en el Club Uruguayo y cenar
juntos.
Ahora ya
tenía casi que el resto de los días organizados, en la mañana me movería hasta
Gosford, a la casa de Eduardo Celso, donde pernoctaría dos días, para llegar el
viernes en la tarde a Sydney y reencontrarme con Daniel…hasta tomar el vuelo a
Uruguay el martes en la mañana.
Lo bueno de
todo esto es que aquella fue la noche más fría que tuve que soportar…pero por
esos vericuetos de la vida, dormía a salvo en una casa y protegido de la intemperie…como
tantas veces en un momento jodido, me aparecía de la nada, una tabla
salvadora…si aquella noche hubiera acampado en Forster como planeaba, habría sido
la noche más dura, por el frío imperante…nuevamente la suerte del camino,
entraba a tallar…
Me levante
temprano con la intención de continuar camino…Juan me esperaba con el mate
pronto y el agua caliente…nos juntamos alrededor de la estufa a leña…el calor
de sus llamas se desparramaba por la habitación…Juan estaba contento, ahora con
el camión podría salir a buscar leña
para la estufa, eso le ponía una sonrisa de satisfacción a su rostro…
El mate lo
tome solo, Juan se había levantado como a las cinco de la mañana y ya había
bajado como dos termos de agua…
Charlamos un
buen rato, de bueyes perdidos, bandideadas de juventud y otras
yerbas…paladeando el mate…hasta que se levanto Myrna…desayunamos y quede pronto
para partir.
El
matrimonio se lamentaba de que no me quedara más tiempo, pero ya estaba en el
conteo final, había prometido llegar ese día a
Gosford, Celso ya me esperaba
como acordamos, por lo cual no podía cambiar ninguno de los planes…La noche en
casa de ellos fue mi ultimo comodín y lo use, ya no podría cambiar mas de
planes hasta el final…La despedida se dilato un poco, pero a media mañana, estaba
montado en Dinga, enfilando hacia el sur.
Atrás quedo
la promesa del viernes en la noche vernos en el Club Uruguayo, bajo la
apreciación de Juan: “ya no es lo mismo de antes”…”ahora va todo el mundo, se
llena de gente de otros lados”…”pero tenés que conocerlo”…”ha cambiado mucho”…
Viajaba
entre montañas, densos bosques…viajaba con una sonrisa por lo que dejaba, pero
también tenía una sonrisa por lo que se acercaba, estaba llegando a la casa de
un amigo, sus concejos me habían acompañado todo el viaje, ahora podría
compartir unos días con ellos, convivir y hablar de sueños, de cosas pasadas y
de futuros.
Llegar a la
casa de Celso y Lidia era un trámite, ya había estado allí, solo el poder de mi
mente y el recuerdo del camino me llevarían, sin mapas ni GPS…solo con el
recuerdo y mi gran sentido de orientación.
Pasado el
mediodía entro por una montaña cortada rente, con enormes paredes lizas, un
gran trabajo…una bajada casi vertical me dejo en el valle de Gosford…me detuve
un instante para orientarme…observe las montañas…visualicé el lugar…
-
Para
allá- masculle, observando donde supuestamente debería estar la casa de los
amigos.
Esto era
simple, nunca tenía dudas…solo miraba y me ponía en marcha…si me equivocaba, de
inmediato una sensación de inseguridad me asaltaba…volvía atrás hasta que la
hacía desaparecer, entonces estaba en el camino correcto…
Lo bueno de
viajar así es que desarrollas instintos extraordinarios, presientes el peligro
de una manera mucho más eficaz…Lees a las personas con solo ver sus ojos, ya
sabes quién es y en quien confiar…puedes ver el paisaje y saber casi con
certeza lo que viene en cada curva, es como un aura que te sobrevuela, donde
vez más lejos y más alto…
Cuando entro
a subir hacia el complejo de apartamentos, ya sabía que era el camino correcto,
llego hasta el portero eléctrico y llamo…
La voz de
Celso me alegro me puso contento…la reja se abrió y comencé a bajar la empinada
cuesta hacia el subsuelo, el lugar donde la moto dormiría por un par de noches.
Celso me
esperaba, de bermudas y chancletas en garaje para señalarme donde colocar la
moto…estaba eufórico por lo logrado, esta era la última parada antes de lograr
cerrar el círculo con Sidney.
Atrás
quedaban cientos de dudas de que si podría lograr hacer esta epopeya…pero ya
estaba en tierras uruguayas, porque cada lugar donde vive un emigrante nuestro
es eso, un pedazo de nuestra tierra.
Descargamos
algunas cosas y subimos hasta el quinto piso…Lidia estaba en preparativos para
hacer una cazuela de mondongo, a la uruguaya…
Tratamos de
ponernos al día, ellos de su reciente viaje a Uruguay y ponerlos al tanto de
mis vivencias por Australia…
Hablábamos
de todo, si algo había en esta gente es que no
escondían nada y todo lo decían…grandes charlas y por supuesto siempre
bien regadas o por cerveza o por un buen vino.
Tenía un
dormitorio par mi solito, desde el balcón la vista daba hacia el mar y debajo
un enorme y altísimo bosque…
Me di un
regio baño y hasta me afeite…habían hecho torta de fiambre para esperarme…
-
Se
me paso un poco - reiteraba Celso( se le había quemado un poco)
Para mi
aquella torta con un café con leche me sonaba a manjar de dioses…
Tenían todo
organizado, en la noche iríamos a cenar al club donde trabaja su hija mayor,
Andrea… mientras Lidia seguía con los preparativos de la cazuela…
- "Se
hace de un día para el otro, es cuando queda mejor…a mí me gusta ponerle los
garbanzos naturales, pero no tuve tiempo…"
- "Para
mí, esto esta bárbaro así…"
Comer una
cazuela nuestra en un lugar a miles de kilómetros de tu casa, era algo que no
tenia precio, me dejaba loco de la vida.
Fue tanta la
charla que hasta salimos apresurados en busca del club de Andrea…un lugar
grande, moderno y con muchísimas atracciones…El menú era tipo continental, te
servías lo que quisieras, en la cantidad que pudieras colocar en las bodegas,
desde suji hasta carnes asadas, varias ensaladas y muchos postres…la bebida era
aparte. Esa noche me dedique a probar bocados de todo tipo, regados con cerveza
de barril (Carton Draugh) hasta no dar más…A cada rato Lidia me reclamaba:
- "Probaste
tal cosa…es exquisita!"
Y salía a
probarla…algunas de las carnes se servían al estilo australiano, no eran
asadas, pero estaban buenas.
Al final de
la noche, se arrimo Andrea a cenar…era como un torbellino…hasta el Chef chino
se arrimo a charlar con nosotros de motos y de comidas…todo transcurrió en
cordialidad y buen humor.
Los Clubes
australianos son una muy buena opción para cenar, beber algo y pasar el rato
entretenidos…con un precio bastante accesible. Se podían ver los partidos de
rugby y algún juego de maquinitas o carreras de caballo con apuestas.
Después de
la cena, buscamos la montaña, estábamos cerca de la casa…esa noche caí
malherido en la cama, dormí de un tirón hasta que las luces del día me
despertaron.
Lidia ya
luchaba con la cazuela y Celso estaba mirando las noticias en internet.
Desayune con una nueva torta y el café… Celso y Lidia eran como un huracán de
ideas y palabras…Hacían planes, me contaban cientos de cosas a un ritmo
impresionante…vivían a un ritmo mucho más rápido que mi cerebro, y muchas veces
me costaba procesar la información…
Venia de
estar casi tres meses alejado de la gente y a mi ritmo…tranquilo, manso…Ellos
estaban habituados al ritmo Australiano, sus procesos eran más cortos, pensaban
y accionaban de inmediato.
Los días con
esta familia magnifica fueron de vértigo, salimos a recorrer todas las costas
cercanas, de montañas elevadas, bosques gigantescos, mares espectaculares,
bahías, lagos salados…
Gosford era
un lugar hermoso, ellos habían elegido muy bien el lugar para el resto de sus
días. Tenían casi todo lo que amaban al alcance de sus manos…lo que les
faltaba, lo compraban hecho…
Aun les
faltaba algo para consolidar su posición, pero después de más de veinte años
por estas tierras, solo les faltaba el tiempo.
Detrás de
sus historias había grandes sacrificios, enorme lucha, muchos caminos
recorridos, los principios del Club Uruguayo de Sydney…mucha obra buena,
solidaridad…
Celso y
Lidia eran un combo completo, llenos de vida, de vivencias…estas cosas me
dejaban contento, con la sonrisa cercana e inmediata. Conocer a estas personas
gracias a lo que hacía, viajando, le daban un aditamento, un plus al viaje que
no tenia precio.
Me enseñaron
de Australia más que los australianos mismos, a corazón partió…sinceros y
veraces.
Era tal el
ritmo que llevaban, que tres días sonaban a muchísimo más…no paraban, paseos y
comidas…terminaba el día cansado.
Tenían
historias de todo tipo y color, sus principios en Venezuela, luego Australia y
mil anécdotas…En las largas sobremesas tratábamos con Celso de arreglar el
mundo, su políticas, sus economías…siempre comprometidos con “el
paisito”…siguiendo los sucesos de cerca, siempre dando “una mano”…
Unos de los
temas que hablamos fueron de los cientos de miles de dólares que han mandado
los grupos más importantes en Australia, Uruguayos Unidos y Charity Uruguayos
Unidos.
Cientos de
miles de dólares, contenedores completos de ayuda a hospitales, personas u
otras organizaciones solidarias en nuestra tierra.
Muchas veces
los destinatarios de tal ayuda, nunca llegaban a verla…se desviaban a otros
lugares en el mejor de los casos, en otros terminaba en el bolsillo de algún
“vivo”
Ellos
organizan todos los años, diferentes festivales para recaudar fondos y dar
respuestas a las requisitorias de los organismos de ayuda…
Trate de
darles mi visión planteando, que tal vez la mejor manera de recibir ayuda era
en técnicos en aéreas donde el país fallaba, seguridad, enseñanza, transito,
trabajo…había muchas más.
En muchos de
estos sectores, los australianos habían casi que logrado la perfección (el
transito era uno)…por lo cual sería bueno y estudiar cómo aplicar sus políticas
de primera mano.
Políticamente
Australia tiene los mismos problemas que los nuestros, que sean políticos de
carrera, no asegura que un país sea administrado de la mejor manera…y siempre
los que están en el poder, sean de las tiendas que sean, terminan olvidando al
pueblo y sus necesidades…obligándolos a pagar más impuestos y trabajar más,
para mantener sistemas que tienen fugas por todos lados y dilapidan el dinero
que recaudan.
Pero lo que
más me llenaba de orgullo, era que en las charlas que teníamos, siempre estaba presente el pueblo uruguayo de
Australia como una comunidad de las más solidarias del mundo… Claro que, si los
que hacen algo por otros, siempre tienen detractores…siempre hay alguien que
está desconforme. Pero eso era harina de otro costal.
Las verdades
de cada uno son aplicables a la vida de cada individuo, pero nada asegura que
cada verdad sea aplicable a la vida de otros…El medio, el tiempo y el individuo
son diferentes…
El viernes
después de unas exquisitas costillas en la BBQ, estaba pronto para dejar a
Celso y Lidia…era la última etapa para cerrar el círculo en Cronulla…
“El camino
es fácil, si seguís el avioncito de los carteles no tenés como perderte, te
llevan directo rumbo a Cronulla…” me repetía Celso…durante las despedidas…
Me subía a Dinga y subí el repecho en busca de
la salida del edificio…la moto se me apago en el portón, por lo cual tuve que caminar de arrastro con ella para
subir los últimos metros…es un lugar muy empinado y el automatismo era más
lento que yo…a la moto, tenía que ponerle primera y darle gas para trepar hasta
el final…pero el portón no se abrió a
tiempo.
En fin, minutos
después estaba trepando la montaña, dejando atrás a Gosford y alineando la mira
hacia Sidney…
El tránsito
desde Gosford en adelante era importante, por lo cual me mantenía concentrado
en la ruta M1, siguiendo los carteles marcados con el avioncito, rumbo al
aeropuerto de Sydney.
Tal cual
como lo había vaticinado Eduardo, después del último avioncito desemboque en un
aviso indicativo de Cronulla…estaba en los últimos Kilómetros de la meta,
contento avanzaba hacia la casa de Daniel Delfino, disfrutando los últimos
metros…era el fin de un nuevo camino de sueños…
Cuando
enfrente la entrada hacia el apartamento, mil imágenes del camino me asaltaron,
desde aquel primer día donde me perdí, esta era la segunda vez que entraba
allí, la emoción me invadió…había mil cosas vividas desde aquel primer
encuentro.
Contra todos
los pronósticos, había dado la vuelta de Australia…en una 125 cc…casi 20.000
kilómetros…la emoción me cubría por completo.
El
reencuentro con Daniel desato mi alegría, estaba como “perro con dos
colas”…lleno de energías y planes para estos tres últimos días en Australia…
Por lo
pronto, solo quedaba tiempo para un baño y salir rumbo al Club Uruguayo, para
encontrarme con Myrna y Juan…
Daniel sonreía, contento de volver a tener un poco de caos en su vida
estructurada…el más que nadie sabía por dónde había andado, y el esfuerzo que
representaba…saboreaba el viaje tanto como yo…también lo había sufrido.
Los diálogos
eran apresurados, las palabras salían e cataratas…nos preparamos para salir (aquí
se cena entre las 20:00 y las 21:00, después todo cierra temprano)…un baño y ya
estábamos sentados en el coche rumbo al Uruguayan Social & Sporting Club
Ltd…el auto me tranquilizo un poco, la adrenalina bajo a su nivel normal…volvía
a estar calmado…pensaba en que gente encontraría por allí…mientras, dialogaba
con Daniel sobre el club y sus rasgos más relevantes…
Después de
unos veinte minutos entrabamos por la puerta principal del club, estaba semi
vacio, de inmediato vi a Myrna y Juan instalados a un costado del Salón con
otra persona. El club era un enorme salón, al frente un escenario tipo teatro
sobre una tarima que se extendía en todo el ancho. En el fondo estaban las
instalaciones de la cocina y oficinas, encima de ellas en el piso superior,
otras tantas oficinas y salones. El espacio era amplio, con un mobiliario
formado por grandes mesas y sillas a doquier.
La música
que se escuchaba y la disposición de la sala, te daba la idea de aquellos
clubes uruguayos de treinta años atrás que se alquilaban para fiestas y
festejos, con salones multiuso…como algo perdido en el tiempo…
Luego de las
presentaciones, fluyo una charla amena, la persona que estaba con el matrimonio
resulto ser su otro hijo, por lo cual la charla se centro en la familia de
este, que estaba en Uruguay, defendiendo la posibilidad de su hijo de jugar al
futbol en uno de los clubes más grandes de mi país.
La comida
era típica, con asado, chorizos, milanesas y milanesas napolitanas…me jugué por
la napolitana, la carne del asado era tierna, pero no sabrosa.
Luego Daniel
me presento al presidente del club, Mario Magellan de apariencia simpático…una
pequeña charla donde brindo una disculpa por el desconocimiento de mi llegada,
“el consulado nunca nos avisa de nada”…que era una lástima no haber conocido
más gente a lo largo del camino…quedando de estar en contacto…
El club
estaba adornado con varios “tesoros” de nuestra tierra…lo eterno, lo que nos
resulta cotidiano y sin importancia para nosotros, para los que están lejos,
esa cotidianidad resulta un recuerdo invaluable y perdurable en el tiempo…
Pasamos la
noche entre bromas, conocer el Club era importante, en capítulos posteriores
les dedicaremos un espacio a los dos centros de solidaridad que tienen los
uruguayos en Australia, sus obras y su gente.
Myrna como
atención me había regalado una motocicleta hecha en madera, tipo chopper…un
hermoso presente.
En el
regreso planeamos los dos días posteriores, el domingo descansaríamos y el
lunes saldríamos hacia las Montañas Azules y las cuevas de Jenolan.
El domingo lo
usamos para dejar todo pronto para el embarque, dejar “la Dinga” pronta para la
venta…sacando las valijas y la Givi…parecía desnuda cuando termine de sacar
todo.
La idea era
venderla para recuperar por lo menos la mitad del precio de compra, de eso se
encargaría Daniel en los tiempos posteriores a mi marcha…Trabajamos mucho hasta
dejarla tal cual había llegado de fabrica…El domingo se me fue entre las tareas
y largas charlas sobre la experiencia
australiana…además de un paseo por el centro de Sydney (la primera vez lo había
hecho solo) ahora con guía era otra cosa.
Nos fuimos a
dormir temprano, pues íbamos a madrugar para llegar temprano a las Blue
Mountains, con tiempo de recorrer y aprovechar lo máximo del día…
A las seis
de la mañana, el regio café y salimos hacia las Blue Mountains…muchos tramos en
arreglos, aunque Daniel sabia varias cortadas donde ganamos tiempo.
A media
mañana llegamos a Katoomba, comenzando a bajar por los senderos, llegando a
cada lugar escénico. La vista de las montañas azules era magnifica, las tres
hermanas, la zona del teleférico, el pueblo y sus historias. Muchas fotografías
y los ojos llenos de imágenes.
Luego del
largo recorrido Salimos en busca de Jenolan Caves.
Las rutas
eran agradables, muchas curvas llenas de pequeños pueblos, grandes pastizales y
mucho ganado.
Cerca del
mediodía alcanzamos las cuevas, almorzamos algo y nos dispusimos a hacer el
tour por ellas.
Precisábamos
un vagón de dinero para hacer el recorrido completo y algo más que un día, por
lo que nos decidimos por el pasaje de 11000 escalones.
Quedamos
maravillados por el show de luces y sonido.
Explorar
estas cuevas ahora era un trámite, pero cien o doscientos años atrás, en la
oscuridad total, eso sí que era una aventura.
Tanto
Katoomba como Jenolan tenían la estructura necesaria para dejar hasta al
turista más exigente, satisfecho.
Cuando vean
las imágenes, verán que las palabras son pocas para describir estos lugares.
En la
tardecita pegamos la vuelta a Sidney, previo paso por Fairfield, allí
pernoctamos en la casa de los padres de Daniel, unas personas muy amables y
simpáticas que vivían junto a su hermana.
Llegamos
tarde a Cronulla, cansados, fue un día duro en lo físico, pero de imágenes
increíbles…
Al otro día estaría embarcando hacia Uruguay.
Para terminar y como corolario de este capítulo les dejo las palabras de Daniel, de un mail de un mes después, resumiendo como fue mi viaje para su vida:
"Estimadísimo:
Como te darás
cuenta por el tiempo que llevo contestarte, ya volví a mi vida estructurada,
ordenadita y al mango, sin mucho tiempo libre para respirar.
El desorden,
como lo llamas vos fue solo uno de tus rasgos excepcionales, que me hicieron
recordar que la vida no debería ser todo orden y estructura.
Como nos
trato de advertir George Orwel con su libro 1984.
El otro día
le comente a Walter que se te extraña por estos lugares, y la verdad amigazo es
muy cierta.
Extraño el
caos que fue mi vida esos dos meses, que comenzó mucho antes de tu aterrizaje
en Sydney…”como va a hacer este loco para atravesar Australia en dos meses, si
ni moto tiene…y todavía lo quiere hacer en una motito de juguete!!!”
Lo consulte
con varios amigos australianos y ninguno me alentó más que contestarme: “está
loco”. (Ahora esos mismos me han dicho que te comunicara la admiración que te
tienen, aun sin conocerte)
Rompiste
esquemas.
Extraño la
adrenalina que me inyectaste a diario, pensando…por donde andará Ernesto?...no
hay cobertura móvil…si la Kimco tira la toalla en medio de la nada… Qué hago?...y
si pincha en medio del desierto?...Que le ponga chicle y sople, por no hacerme
caso de llevar un kit de reparación…
Extraño las
llamadas desde tu camino y seguir tu blog que me hicieron vivir tu aventura tal
cual si estuviera contigo.
Así como te conté
que mi estadía con Walter en el 99, fue instrumental para rehacer mi vida y
mucho de mi estilo de vivir hoy en día, está marcado por ese tiempo que viví
con ese gran amigo, este sacudón que tuve estos dos meses contigo, me han
marcado como que la vida hay que tomarla como una aventura sin guion.
Por eso y por
mucho mas, Gracias amigo."
Eso es todo.
Ernesto Urrestarasu.