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3 de abril de 2013

Crónica de Sidney


El viaje de los sueños, Australia:

”Todo por la izquierda”


Crónica de Sidney.

Llegamos con mi esposa Rachel hasta el aeropuerto de Carrasco, tranquilos, con tiempo suficiente para hacer el “cheking”. Dos maletas y muy poca carga, no te dejan llevar mucho, pues el negocio está en el sobrepeso.
Los augurios no podían ser mejor, al atendernos el joven de Lan nos dice que el vuelo ha sido sobrevendido y me oferta que si viajaba en la noche me daba ochocientos dólares en bauchers y me pagaba el hotel en Santiago…solo que llegaría un día más tarde de lo planeado.
Miro a Raquel…y le contesto que lo sentía, pero no podía ayudarlo. Ya había dado mi palabra a Daniel Delfino que estaría el veintiuno en el aeropuerto de Sidney. Cumplir con él era esencial, pues iba a llegar a buscarme, siendo mi soporte en Australia, para todos mis planes. Si empezaba nuestra relación, fallando a la palabra, empezábamos de mala manera.
Luego del trámite, nos sentamos a tomar un café…venía arrastrando una gripe, bastante pesada, pasaba moqueando y no me sentía con todas las energías.
Más tarde apareció Fernando Matonte, y se nos unió en la mesa…firme como siempre.Hablamos de mis expectativas para con el viaje, que no eran muchas. Estaba más jugado a la sorpresa de lo que encontraría a mi llegada a Sidney. Podía vislumbrar el camino, pero sin certezas. Hasta llegar no sabría si podría poner en marcha mis planes. Mientras transcurría el tiempo, acercándose la hora para el embarque. Estaba bastante jodido de humor, el estado de gripe me tenia realmente mal…trataba de parecer contento, pero no podía disfrutar el momento de la partida. Esperaba no tener ningún exceso de tos en el avión y los mocos realmente me tenían desquiciado. Trataba de parecer lo más enterito que pudiera y cada tanto me relajaba con alguna sonrisa y un corte de broma.
Llego la hora de embarcar…me despedí de mi esposa Raquel…esta estalló en llanto…un abraso apretado a ella y otro al Pata, dirigiéndome hacia el gate.
Después de los trámites, por fin me pude sentar en el avión. Estaba tranquilo, empezaba otra aventura…
El despegue transcurrió sin novedad, el vuelo fue calmo, me dieron un par de comidas, por lo cual me mantuve entretenido. El avión era pequeño y me toco del lado de la ventanilla. Solamente algo de movimiento sobre la cordillera, por lo cual alguien bromeo sobre aquel accidente donde cayeron los uruguayos en los andes. El descenso en Santiago de Chile fue un suplicio para mis oídos, bajar tan rápido me originaba un dolor insoportable debajo de las orejas. Realmente me dejo maltrecho el aterrizaje, además de la gripe, sumaba la molestia en los oídos. Mi aparato auditivo tiene el doble de tamaño que el de otras personas, por lo cual cuando era afectado por la presión, realmente lo padecía de mala manera. En Santiago me pasaron a un avión más grande, con el cual haríamos el cruce del Pacífico.
Fueron demasiadas horas de vuelo, a pesar de que a cada rato te traían comida y bebidas, me aburrí bastante. No podía ver películas, pues no sabía donde enchufar los auriculares…busque bastante donde hacerlo pero no lo encontré.
Tampoco tenía vistas, volábamos de noche y me toco en el medio del avión, lo que se torno bastante aburrido. Amén de que estaba cargando con la gripe a cuesta y se tornaba trabajoso llevar el cuerpo a cuesta. Mis mocos estaban incontenibles y trataba de mantenerme tranquilo, no sea que me declararan en cuarentena por llegar con una gripe o me confundieran con alguno que tuviera tuberculosis!
Para colmo tenía una frazadita, que me mantenía caliente, pero en una ida al baño, alguien me la quito y nunca más apareció.
Al fin después de chiquicientas horas, llegamos a Nueva Zelanda, donde se realizaría una escala técnica, para cargar combustible. Tendría que abandonar el avión y embarcar en otro gate.
Lo bueno es que pude conseguir una cámara barata en el free shop neozelandés…era la herramienta que me faltaba.
Después de dos horas y pico desembarcaba en el aeropuerto de Sidney.
El papeleo fue cosa ardua, pero relativamente fácil de hacer, lo complicado era la cantidad de gente que había, pues como que se juntaron varios vuelos y a pesar de ser Australia, la cola era enorme!
Fue difícil identificar a Daniel, el amigo que me esperaba…tenía un recuerdo de él hace varios años atrás, y era difícil que los años no lo hubieran cambiado…
Pero fue él quien dio conmigo y nos estrechamos en un abraso fraterno…la alegría de ver un amigo en tierras tan lejanas era inconmensurable. Las palabras se atropellaban para salir por encima de lo que cada uno decía.
Al salir del hall y dirigirnos hacia el parking, aparecen Celso y su esposa Lidia, presurosos (el vuelo se había adelantado unos minutos) preocupados por mi llegada, con el temor que nadie viniera a buscarme y terminara perdido  en Sidney. Nuevos abrazos, nuevos amigos…las cosas estaban en el carril correcto. En quince minutos de charla definimos todo… Lidia se hablaba todo, quedamos que en unos días, los iríamos a ver y nos hacíamos de la carpa y algún otro elemento necesario para acampar.
De pronto se podía hacer alguna comida típica de Uruguay para esa ocasión.
Al fin nos despedimos y quedamos solos con Daniel en el ascensor del parking, ascendiendo hasta el piso que tenía estacionado su coche.
Ya instalados en el coche paseaba los ojos por las imágenes que veía, le di un panorama general de lo que eran mis planes. Ese día ya tenía Daniel todo organizado, a partir de las dos me dejaba en el centro, mientras asistía a clases necesarias para agiornar su titulo. Dejo a entender que como que eran obligatorias, por lo cual no podía faltar.
Daniel me llevo hasta su casa en Cronulla (se pronuncia cronala) a treinta kilómetros del centro de Sídney.
Lo primero que me mostro al llegar fue una honda hakabusa, de no sé cuantos centímetros cúbicos…solo pensar en la velocidad que desarrollaba esa máquina te erizaba.
Subimos dos piso y entramos en su departamento…la imagen de pulcro y ordenado me sorprendió. Tal vez nunca se imagino que dejaba entrar a su casa a la imagen del caos, y yo no hice nada para enterarlo, con los días me iba a descubrir o a las horas.
Me asigno mi dormitorio, comienzo a desempacar y de a poco invado su living, por el resto de los días que pasaría allí, su comedor-living, fue el lugar centro de todas las operaciones.
En un rato lo tenía todo desparramado en la mesa, cargando bacterias y computador, con cables por doquier.
Ajustar nuestros tiempos fue sencillo, Daniel ya me había asignado el suyo, por lo cual solo tenía que seguir las directivas y podríamos acompasarnos positivamente.
A veces las únicas dudas que surgían era de si esto primero, o lo otro, pero siempre con un objetivo definido.
Una vez ordenado todo (o desordenado todo, según los ojos de quien lo viera) Salimos a dar una vuelta por Cronulla, vimos sus playas y su azul esmeralda…es la primera vez que veo el azul turquesa terminar en el verde esmeralda más puro que haya visto…mis ojos registraban todo, extasiados en ese mar…como saboreando sus aguas.
Caminamos un largo rato, charlando de puntos de vista de la vida…Eran los principios y Daniel tenía una forma de pensar y valores muy similares a los míos, por lo cual las charlas eran agradables y de todo tipo de tópicos.
Terminamos tomando unas cervezas en un pub y comiendo unas papas fritas…la cerveza la sirven como un chop directo y las hay de varias marcas. Comenzamos con el gusto de Daniel, que me pareció  fuerte y más amarga, por lo cual en la otra me pase a algo conocido como una Stella Artois, más suave, a molde de mi paladar.
Al final salimos casi de raje, se hacia tarde y Daniel tenía que estar a las 14 horas en el lugar de las clases. De paso compramos un chip para mi teléfono que en un breve tramite para Daniel, quedo funcionando.
Daniel como buen padre me dejo en las puertas del consulado uruguayo en Sidney y me metí en el ascensor en busca del piso veinte. Que el cónsul me recibiera era un hándicap que no esperaba. Sin muchas expectativas busque la oficina del consulado, que vaya casualidad estaba en el mismo piso que la embajada Argentina. Allí me atendió Yolanda, que aguardara un instante que el cónsul ya estaba conmigo. Hago unos disparos de cámara en el lugar y de inmediato me recibe el cónsul. Luego de las presentaciones…
-        ¿Qué podemos hacer por usted ¿
-        Por mi ?... mmmmmmmmmm (empezamos mal pensé por un segundo)
-        Por mi nada…(les había mandado un mail contando de mis planes, y por lo visto no lo había leído)…estoy para charlar sobre uruguayos…ver como se han adaptado a Australia, interactuar con ellos…saber de sus sueños, de su realidad (de pronto las cervezas habían opacado mi entendimiento)
Y así comenzamos a soltar cosas, le comente lo que había visto en otras embajadas de América, de las necesidades de su gente y que nunca estaban.
El trato de darme un panorama de cómo funcionaban aquí, de que si una persona necesitaba un pasaporte lo conseguía prestamente, que estaban luchando para tener escuelas en español.
Yo le pregunte como se había adaptado el uruguayo a una cultura tan reglamentarista como la australiana, donde por ejemplo en el aeropuerto había visto un cartel donde estaba prohibido filmar, usar cámaras y teléfonos móviles y que tal acción se castigaba con mil dólares de multa.
El planteo que Australia no le gusta la mentira, que basan su cultura en la confianza y que nadie va a romper las reglas, pues los castigos son ejemplares, hasta se pagan con cárcel. Que la enseñanza se basa en el respeto entre sus individuos y ellos saben que este es el único camino (entre líneas leer, que si se sale  de él existen fuertes multas)
Yo le pregunto cuánto tiempo hacia que no iba a Uruguay, me contesta que iba seguido.
Entonces le pregunto si había visto los contenedores de basura, rodeados de ella y otras realidades mas…cosas que tiene los uruguayos…como por ejemplo saltarse en su país un cartel de pare, o cruzar con roja y que aquí no lo hacían por lo fuerte que eran los castigos…y que había visto que la policía buscaba siempre a la gente en infracción.
Que me parecía que había cosas que uno podía enseñar a implementar en su propio país…
Pero varias veces me repitió la frase:
-        Se hace lo que se puede!
Puta!...pensaba, yo hago lo que puedo…de ustedes espero más!
Le planteo que me gustaría más que en vez de mandar ayuda económica nos mandaran técnicos, tanto en seguridad o en enseñanza, que nos indicaran como educar a nuestro pueblo en esos puntos donde aparentemente estamos haciendo fondo. Que necesitamos aprender de como ellos se habían adaptado a un sistema casi sin fallas aparentes, con altos valores personales…que trasladaran esos valores a nuestra sociedad.
Entonces le pregunto si el dialogo con el gobierno era bueno y fluido…ahí me reiteró
-        Se hace lo que se puede!
En un punto de la conversación se debe de haber acordado que mi tiempo se había acabado y se apresuro a despedirme…acompañándome hasta la puerta del ascensor.
Después, abajo y más tarde al saber los precios de las propiedades, me di cuenta que mantener esa oficina en el centro, nos costaba un huevo y la mitad del otro.
Pero bueno, estaba de nuevo en la calle…faltaba mucho tiempo para reunirnos en una plaza acordada con Daniel, como a las cinco.
Por lo cual empecé a andar por la calle peatonal rumbo el lugar que se deslumbraba el puente Harbour…Saque la cámara y dispare a diestra y siniestra…era todo nuevo para mí. La pulcritud de la ciudad, el orden…el estado de los teléfonos públicos…y la gente que hormigueaba en mi entorno, todas bien vestidas…mil cosas más. Caminaba y llenaba los ojos de imágenes, mientras avanzaba hasta la bahía…me sentía cansado, había hecho como dos días de vuelo y ya estaba en danza por Sidney. Pero como siempre digo: “si quieres sopa…toma dos platos”
La bahía me sorprendió con su movimiento, ferrys y personas se movían por doquier…en un costado un crucero enorme…mi mirada se detuvo en el, como añorando aquel momento en Vallarta, esperando que Seba descendiera de él en un momento u otro.
Subí las escaleras metálicas para lograr ver el puente en toda su magnitud…este puente era un hito para los uruguayos…allí había flameado la bandera uruguaya, junto a la Australiana. Por única vez, por siempre, merito de toda esa colectividad que nos representa, siempre solidaria, que recuerda este hecho, como uno de sus logros más altos.
Trate de retratarlo lo mejor que pude…a mi derecha estaba el auditorio, con su figura emblemática…creo que si hay un edificio que todo el mundo conoce, este debe ser…su imagen esta en casi todas las retinas.
No me daba el cuero para cruzar la bahía y llegar hasta él, al regreso del viaje tendría tiempo de visitarlo, las piernas me dolían y aun me quedaban unas cuantas cuadras de caminata para llegar hasta el punto de reunión.
Una de las cosas buenas es que en cada teléfono público hay un mapa apreciable de la zona en que estas. Me oriente sobre el lugar de la plaza y salí en su busca…La plaza estaba llena de chinos, todo tipo y tamaño…retozaban alrededor de una gigantesca fuente de figuras en bronce.
La música en español atravesaba la plaza, un tema del disco Buena Vista Social Club salía de un pequeño cantante (tal vez chileno) sonaba bien, pero la letra la estaba haciendo mierda.
Me senté en un banco, escuchando y observando. Esto último lo hago muy bien en países de otro idioma, hablar no podía…pero observar si…
El repertorio tenía un bolero conocido,  y además “la Bamba”…cuando empezó ajuntar los instrumentos me acerque y le pregunte de donde era.
“De Perú” me contesto y entablamos un dialogo afectuoso…se iba a tocar a otro lugar…a veces se juntaba con un uruguayo que tocaba el violín…me dio su tarjeta…busque una de la vidriería en la cartera…pero después me di cuenta que era totalmente al pedo darle una….jajajaja…allí nunca íbamos a meter un vidrio!!!
De vuelta quede solo en la plaza…me puse a ver un partido de ajedrez con piezas gigantes…los jugadores las movían a las patadas…cuando iban a comer alguna pieza, arrastraban la suya con la pierna derecha y levantaban la pieza comida con las manos…
Desde el lugar se observaba la enorme torre de Sidney, estaba contemplándola, calculando que altura podría tener (que era mucha), cuando me suena el teléfono…era Daniel anunciando su pronta llegada.
Estaba realmente maltrecho…llegamos tan cansados que Daniel pidió unas pizzas y empezamos a darle vueltas a la moto necesaria para el viaje.
Era el punto neurálgico…el jueves ya estaba muerto…por lo cual solo quedaba viernes, para la compra de la moto, de lo contrario tendríamos que esperar al lunes. Miramos algunos precios de las usadas, si convencernos…había un tema con la regulación, o espiraba el rego muy pronto o no lo tenían. Para obtener el rego o permiso de circulación de la moto, eran muy estrictos con los controles, y debía de cumplir con todas las demandas de la inspección. Era un trámite engorroso y muy severo.
Cansados nos fuimos a dormir…fue un placer extremo tirarme en una cama tan suave, caí noqueado…
En la mañana estaba como nuevo, tan nuevo que me desperté a las cuatro de la mañana…di vueltas, pero los gritos de las aves no me dejaban conciliar el sueño nuevamente. Aquí parecía que todos los pájaros eran grandes, y cuando manifestaban sus voces eran como gritos de dolor…Los cuervos gritaban como si los estuvieran matando, y un loro blanco bastante grande gritaba como si le estuvieran dando una paliza a una mujer o un niño. Al principio estos gritos me sorprendían, y lo malo es que empezaban con el amanecer…
Seis y media se despertó Daniel, me dio un café con leche magnifico, tenía una maquina que sacaba expreso como la puta madre!
Solo había que ponerle un tamborcito en la maquina y  en dos minutos te daba el café con el sabor de la parte del mundo que se te antojara. En esa ocasión Daniel eligió café brasilero.
Durante y después del desayuno empezamos a buscar la moto en ambas computadoras…que esta si…que esta no…que le falta el permiso…que le pasa un mensaje y no hay respuesta…y así siguió la cosa…Daniel anoto media docena de teléfonos…hasta que apareció la Kimco 0 Kmt…
-        Esa misma…
-        Esta…
-        Si, es negra como la otra…está bien…es nueva…tiene que aguantar…
-        Tiene dos años de garantía – me dice
-        Ok, yo la necesito tres meses…
-        Queda cerca de acá (lo de cerca era un decir…como 80 kilómetros)
-        Vamos a verla ¿
-        Vamos, dale…vamos a traerla si podemos
-        Espera que agarro la plata…si está bien la compramos!
En un rato estábamos rumbo al sur de Sidney en busca de la kimco.
Nos metimos dentro del Royal National Park…
-        Ves la cabina…cuando pasas les haces seña de que solo lo cruzas y si te paran les decís: y me dice un par de palabras en inglés…y no te cobran….solo cobran si venís de pic-nic o a pasar el día dentro.
Estos datos eran los que me interesaban…con estas cosas era que podía andar y sobrevivir en estas tierras.
El parque estaba lleno de curvas, como era su gusto (el mío también) íbamos disfrutando del panorama…arboles gigantes, montañas, precipicios, arroyos…hasta que desembocamos en el mar.
Ese mar, ese color me dejo perplejo por un instante…nunca en mi puta vida, había visto este color en el mar…ese azul profundo y el verde esmeralda conjugados en un mismo lugar.
El trayecto continúo al borde del mar, hasta dar con el distribuidor de la Kimco, frente a un local de Harleys…Miramos la moto
-  God, está bien…dile que me deje probarla…
-  Dice que te deja, pero si la rompes, la compras.
-  Ok…voy a buscar el casco, mientras el hombre saca la máquina para afuera…
Doy una vuelta y es suficiente…me bajo
-        Dile que si la compramos ahora la podemos llevar
-        La podemos llevar si la hago a mi nombre, está bien¿ - Pregunta Daniel
-        Si está bien…ya tienes otra moto
El encargado empieza a hacer los papeles y de pronto empieza a buscar algo y no lo encuentra.
-        Problemas ¿… inquiero
-        Parece que no le coincide el numero…va a demorar un poco…
-        Vamos a comer algo y cuando vuélvamos ya deben de estar prontos los papeles.
-        Ok, vamos
Nos metemos en un Hotel, bar, timba y bistró…todos los servicios en un mismo lugar…
-        Ves en lugares como este, afuera, podes comer barato…son antros…y si alguna noche te quieres quedar te cobran 20 o 30 dólares la noche.
-        Bárbaro…está bien y seguimos charlando y comiendo pescado y papas en abundancia.
Daniel trataba siempre de darme los consejos necesarios para pasar por Australia sin problemas, constantemente me enseñaba tips y resolvía los problemas que surgían.
Yo solo tenía que decir,”tengo que hacer esto” y a los cinco minutos, aparecía Daniel con una respuesta positiva. (En otras palabras, un monstruo)…Habíamos hecho una buena conjunción de trabajo. Era excelente ejecutando las prioridades.
Sé que volvimos con el distribuidor y tenía todo pronto…me puse la campera, mientras ellos continuaban de charla…calce los guantes…apareció la moto con el tanque lleno, pronta para irse.
-        Te sigo - le anuncio
-        Dale vamos
-        No más de sesenta…hasta el primer servicio no corre más de eso!
Echamos a andar…por la izquierda hacia Sidney…No contábamos que unos kilómetros más adelante cayera un chaparrón, estaba decidido a llevarla a toda costa, por lo cual en contra de mi norma, seguí adelante.
Un semáforo nos separa, y Daniel se estaciona a esperarme…yo pensando que iba adelante ni lo vi cuando pase por donde estaba…de inmediato el camino se bifurca…opto por la derecha, calculando que habíamos llegado manteniendo el mar a mi izquierda, por lo cual ahora seria al revés. Cuando tomo la bifurcación, levanto la vista y veo el cartel que dice Sidney
“chasssssss, la había cagado…si Daniel iba adelante, este camino no lo había tomado y marcha atrás no podía volver, ni dar la vuelta. Por lo cual opto por llegar hasta el retorno y volver a Sidney por la carretera 1, que fue donde desemboque al errar. Pero no fue tan fácil el retorno…anduve como 15 kilómetros hasta poder dar la vuelta.
Quince kilómetros más de vuelta y estaba en el mismo punto…lo lindo que era mi segundo día en Sidney y ya estaba manejando y ya también estaba perdido. Opte por ser racional…viajaba por la uno hacia Sidney, así que en algún momento iba a ver un cartel que dijera “Cronulla”.
Le di tranqui, reconociendo los lugares por donde habíamos pasado, cuando paso la entrada del Royal Park, trato de recordar cauto habíamos hecho hasta allí, me había parecido cerca.
Igualmente no me desesperaba…en último caso tendría que peinar Sidney en un radio de 30 kilómetros y encontraría a Cronulla…
Seguí adelante hasta dar con un cartel que indicaba que tenía que entrar a la derecha. Me metí
de una…y seguí hasta que encontré otro cartel…trate de hacer el camino de la memoria, pero como la memoria a veces falla, llegue a la cima de un cerro y se me termino el camino…dudo unos instantes que hacer…como dar con la casa de Daniel…
En eso se estaciona un coche en una casa frente a mí…me dirijo hacia él y le hablo al conductor, mientras por el otro lado se bajaba un joven…
-        Escuismi…ni speak inglishh…
-        (Aquí va contestación del chofer en ingles)
-        Cronaalaa, digo lo mejor que puedo…me agacho y dibujo en el piso…
-        Bay les muestro…y haciendo el gesto de bateador…Beissboll!
-        Ha, ok…y me entra a explicar en un inglés que no entiendo (al igual que los otros inglés)
Por lo que entiendo, como que tenía que volver por donde había venido y al llegar a no sé dónde, que doblara a la izquierda…
Hecho, arranque y en la primera que se me cruzo, doble a la izquierda…no sé cómo pero llegue a la cancha de beisbol…
Empiezo a peinar el lugar, tomo por una calle y no doy con la casa, retorno salgo a la playa mas lejos de lo que estaba. De vuelta a empezar…trato de dar con la cancha y no lo logro…sigo dando vueltas y vueltas…y no reconozco la casa. Ya estaba entrada la noche y hacia como dos horas que daba vueltas y nada.
En una giro en una calle y Daniel está en la vereda hablando por teléfono, me grita…jajájajá…me cago de la risa…había llegado a casa!!!
Me bajo de la moto y lo abraso…ambos habíamos pasado unos buenos nervios, pero ambos habíamos pasado la prueba…mi sentido de orientación intacto y los nervios de Daniel…intactos! Jajajajaja
-        Ya no sabía qué hacer…te llame como cinco veces…ahora hablaba con mi hermano a ver qué podía hacer para encontrarte…
-        Yo te dije que no te preocuparas…que iba a dar contigo…te dije que me oriento bien…hace como dos horas que estoy dando vueltas…y nos reímos…
-        Te dije que la aventura conmigo estaba asegurada!!!
Guardamos la moto…y salimos en busca de cervezas…esos dos días que habíamos pasado habían sido de grandes emociones. Todavía quedaba un largo camino para recorrer, ya tenía con que, el resto con charamuscas.
Daniel tenía grandes recuerdos de su Uruguay, sumado a que las regábamos con buenas cervezas, las charlas eran un gran momento. Como siempre nuestras historias se tocaban en algún punto, con personajes comunes a ambos. Yo apreciaba esas charlas, pues nos comunicábamos de buena manera. Y de paso seguía aprendiendo, porque cada día aprendía algo de él, siempre tenía un comentario o alguna idea de cómo resolver tal cosa.
Esa noche fue pacífica, las cervezas hacían efecto y el estado de haber vivido momentos en que los nervios están al mango, te relaja, como si nada pudiera alcanzarte.
El sábado jugaba Uruguay…nos levantamos y  desayunamos, Daniel preparo el mate y tratamos de ver lo mejor posible el partido instalados en el sofá de la casa. Después del partido decidí instalar la Givi en la moto…esta maleta se la habían regalado a Kevin y él me la ofreció para traerla. Ahora había que adaptarla a la moto.
Calientes por el resultado del partido, nos abocamos a hacer las adaptaciones en la moto. Tenía una ventaja, que ya venía con una elemental parrilla…Daniel saco una planchuela de hierro y de inmediato la corte y adapte…trabajamos un buen rato hasta dejarla puesta.
Concluimos que había que adaptarle unas alforjas o llevar una mochila en el tanque…subimos la suspensión un numero, esperando fuera lo suficiente.
Al final de las reformas, sección de fotos y salimos a almorzar.
Al regreso estaba el tema del seguro de la moto y de la libreta de conducir.
En el seguro se puso Daniel a trabajar y casi de inmediato lo soluciono, haciendo ingresar a la moto, y declarando que la conducía yo, su seguro lo acepto y pronto.
El tema de la libreta, no tenia problema…en caso de que pasara algo, les podía mostrar que era internacional, pues tenía el mismo número que mi pasaporte. Si la policía me detenía por cualquier problema esa sería mi segunda defensa. La primera era “no spik iglishh, aim spik sspanishh”. Además el seguro ya había aceptado el número de la libreta de conducir.
Daniel no podía creer, como en 48 horas de llegar teníamos todo arreglado para el viaje. A él le llevaba semanas para organizar ir a cualquier lugar…como que este viaje le cambiaba algunos conceptos. Yo le explicaba que nosotros mismos hacíamos nuestra propia cárcel…que si quisiéramos hacer algo, no debiéramos buscarle otra pata al gato…Lo único que se necesita es las ganas y la determinación de hacer el viaje. El resto del universo se alinea para que esto sea posible… (Aunque a veces nos pone algunas piedras en el camino, pero creo que es más bien para probarnos que queremos hacer esto.)
El sábado termino con cervezas en un club, con vista a la playa y cena en otro lugar…
Fue otro día magnifico.
El domingo combinamos que íbamos a almorzar a lo de Celso, ya había hablado con Lidia, su esposa y estaba acordado. Celso, para que no saliera tan cargado de Uruguay, me había ofrecido una carpa, un sobre de dormir y una cocinita. Teníamos que hacer como 100 kilómetros  hacia el norte, hacia Gosber.
Salimos cerca de las diez de la mañana, paramos a ver los precios de las alforjas e inda mais…nos entretuvimos bastante, pero tenía un panorama claro de lo que necesitaba.
Al final arrancamos rumbo a Gosber…estábamos al sur de Sidney, por lo cual pasamos por su centro…cruzamos por encima del puente Harbour…desde dentro era una monstruosidad de hierros gigantescos. Luego nos desviamos de la uno para tomar un camino paralelo entre la montaña. Íbamos más lento, pero este camino lo apreciábamos mucho, lleno de curvas, rebaje…ideales para el placer de conducir… La máquina de Daniel venia con 158 caballos y con un cambio de chip se lograban 180 caballos, por lo cual el poder del W… se apreciaba en estos caminos.
Tarde pero llegamos, Celso vivía en la cumbre de una colina, un entorno magnifico, donde se apreciaba la bahía con todos sus bosques. Eso sí, si andabas a pie, te regalo la subida…era tan empinada que hacerla en coche ya te cansaba.
Celso nos esperaba con un asadito en una barbacoa a gas…todo era muy similar a lo nuestro.
Lidia como una madre nos esperaba con un montón de pequeñeces, que empezó a colocar en la mesa…éramos nosotros dos solamente y seguían sacando comida.
A Lidia no le gustaba hablar mucho, por lo cual me centre en la visión de Celso…mientras Daniel y Lidia chusmeaban a diestra y siniestra….jajajaja!
Celso me dio la visión que quería de nuestro pueblo en Australia…pero como que todos esos logros que tenían se iban perdiendo con las generaciones que venían.
El por años había estado unido al Club Uruguayo, quien había sido el que los mantuvo juntos a los demás por décadas…ahora eso se estaba perdiendo.
Me conto los logros de la gente, las internas de las personas, sus luchas…su visión de Australia…Fue una magnifica tarde…yo obtuve lo que había ido a buscar…y además traíamos hasta una vianda para el otro día.
La charla con Celso y Lidia, no pudo ser mejor representativa…la habían luchado en estas tierras y se veían personas verdaderas, al darnos su opinión de las cosas. Me dieron una opinión veraz desde su óptica de ciudadanos del mundo sin dejar temas colgados…tocamos todos.
Al final conversamos casi ocho horas (también comimos por ocho horas) hasta que decidimos arrancar para Sidney.
El retorno fue más rápido, llegamos muertos a tirarnos en la cama, pero con el corazón contento, la tarde había sido magnifica.
El lunes salimos a buscar las alforjas a un lugar cercano…volvimos y cargamos todas las cosas, dejando la moto pronta para el viaje…
Daniel estaba sorprendido de lo rápido que habían salido las cosas y que el martes (mañana) ya partiera rumbo a lo que saliera. Aquí todos me alertaban de los peligros…yo estaba tranquilo, tenía una enorme confianza en lo que hacía…si surgía algo entonces mi capacidad de resolver las cosas de manera simple, se pondría en marcha y lo resolvería. Es que ya no era que no sabía hacerlo, ahora sabía como hacerlo y cuál sería la manera. Mañana seria orfebre de mi camino y allí mi figura se agrandaba más, indomable, pronto para marcar una nueva huella en tierras Australianas.
Ernesto Urrestarasu.
 Una amiga nueva en lo de Celso
 Juega la celeste...

 ...y el mate en Australia era de esperar...

 En el garaje,haciendo las adaptaciones...

 Como que no iba a trabajar!!

 Examinado por dentro...

 Loco de la vida !!

 Ya va a estar...no se impacienten.

 Vieron,todo tarda pero llega!

 Unos monstruos...jajaja
 Sala de espera en el consulado...

 En este edificio,piso veinte...consulado uruguayo...

 Un emblema en Sidney...

 Ya nos vamos a ver...

 Ven esas dos banderitas...bueno,esta gente, para un desafío al corazón logro bajar una y que flameara la bandera uruguaya junto a la australiana.

 La plaza de reunión...
 Mi nuevo amigo peruano...y su bamba en español...

 Tres uruguayos juntos: chusmerio !!!jajajajaja
Asador australiano con corazón uruguayo..."hay que adaptarse"