El Viaje de los sueños por Asia IX
“Indonesia: Sumatra Primera Parte”
Al otro día de haber embarcado la motocicleta en Penang Malasia, me tome un vuelo barato a Medan Indonesia…no me pidan datos de la aerolínea pues no era muy confiable. El avión se veía sin mantenimiento, pero el pasaje valía 30 dólares…en esas condiciones uno no puede pedir demasiado…pero muchos si lo ven, no suben.
La moto viajó en las mismas condiciones, un barco de madera que daba lástima, pero como dijo Kesman: “Es lo que hay…valor!”
Desembarqué en Medan me alojé en un hotel barato, en espera del día sábado en que llegaba la moto al puerto de Bellawan, faltaban tres días.
Compre un chip para internet y otro para el teléfono…comencé a trabajar en los escritos.
Mi amigo Nel Balisbab en Uruguay me había dicho que tenía un amigo en Indonesia, si lo necesitaba le mandara un mensaje.
Así hice, le mande un mensaje, el se puso en contacto con Jeffrey Podnalja… Jeffrey me abrió las puertas de indonesia. Este simple acto fué mágico.
Jeffrey en su recorrido en América, había recalado en Uruguay y mi amigo Nel lo había alojado guiándolo en Punta del Este. Habían compartido momentos muy buenos, en su concepto Jeffrey “era muy buena persona”.
Yo no tenía muchas expectativas, pero al correr de los días empecé a recibir llamados, mensajes, solicitudes de varias partes de Sumatra y otras islas.
Fui contestando como pude los mensajes, muchos eran en Bahasa y algunos en ingles…lo que resultaba dificultoso. Pero aquel post que Jeffrey había hecho en su página (Rider´s for Peace) se extendía como reguero de pólvora.
El sábado me dirijo Belawan en busca de la moto, cuando el señor Adman me dice que el puerto está cerrado y que hasta el lunes no podía hacerme de la moto, se me vino el alma al piso…estaba en una callejuela desconocida…en un lugar que daba miedo (esto es verdad, si vas a embarcar la moto en esa oficina, no dormirás tranquilo por varios días), con el equipaje…sin manera de moverme. Dejo las cosas en la oficina y salgo a buscar un transporte…En una esquina hablo con la persona de un triciclo, no era un tutu ni nada que se le parezca, era una moto con un improvisado y rudimentario sidecar:
“Hotel chips?” le pregunto…
“Hotel chips hear?” vuelvo a reiterar señalando el piso…
“Yes”… me contesta.
“My go to hotel…ok”
“Ok…ok…mister.
Me acompaña en el triciclo hasta la oficina y me lleva a un hotel cercano. De hotel barato nada, pero estaba en Belawan en un lugar cercano al desembarco de la moto…luego de instalado en una cabaña, bastante lejos de la entrada, me pegué un baño (tenia agua caliente) y salí en busca de comida…al regreso me tire a dormir una siesta.
Me despertaron el ruido de unas motos que se estacionaron en mi puerta…luego los golpes en ella…abro la puerta y el dormitorio es invadido por un montón de jóvenes. Eran Limbong y Fendi junto a sus parejas Rosalyna y Wien además estaban Azmi y Alfie…IBCI Medan me había mandado a sus mejores hombres al rescate…
Luego de un rato tratando de entendernos, usando el traductor logramos ponernos de acuerdo. Estos jóvenes manejan sus teléfonos en forma magistral y en pocos minutos ya sabíamos quiénes éramos cada uno…me invitaron a la boda de un miembro del grupo en el campo…
“Es posible que no duerma esta noche aquí, por lo cual lo hará en la casa de uno de los miembros del club…ok”
“Ok no problema…mi take two nigts in hotel”…
Por lo cual luego de vestirme y darme otro baño, me subí como pasajero de una de las motos, la más pequeña, la de Azmi. Fend nos iba abriendo camino y Limbong nos protegía las espaldas. El resto detrás.
El viaje a Medan era de una hora, cuarenta kilómetros de vértigo en el tránsito alocado de la ciudad…Fue una hora muy larga de sufrimiento…no estaba acostumbrado a ver las maniobras arriesgadas desde la posición de pasajero…trataba de aflojarme, pero era imposible. Había demasiada locura en el transito espeso y no podía relajarme…
En un momento comenzó a llover, era típico de la zona ecuatorial, en algún momento del día llovía…Nos detuvimos al resguardo de un café, mientras afuera llovía copiosamente…Se nos sumo Mida y Arif en un coche.
Lo bueno es que llueve una hora copiosamente y se detiene. Los Bikers de Indonesia no manejan cuando llueve, tratan de evitarlo.
Luego de un rato fuimos al punto de reunión del grupo, fueron llegando al lugar los Bikers de IBCI, entre ellos llegó Henry Gabe y su esposa Vanesa, el más veterano del grupo, el numero uno. El designado para llevarme fue Ikram, también era el que me iba a alojar esa noche.
Proseguimos camino hacia el campo, llegando a la boda tradicional.
Se arman unas carpas, y los novios están sentados en un atrio al costado de la gente, toda la noche sonriendo…como si estuvieran en un cuadro…no comen ni beben.
Mientras el resto de la gente se divierte con la música y la comida.
No bailan…solo miran el espectáculo, mientras a un costado los novios observan a toda la gente sin participar. Por un momento pensé sacarlos a bailar y a divertirse. La mayor diversión es el karaoke, por lo cual cuando Limbong subió a cantar lo acompañamos con Henry en la danza…eso arranco algunas sonrisas de la platea.
Luego comimos algunas cosas típicas, regadas con agua. No vi presencia de alcohol en la reunión.
Por primera vez en mi vida iba a una Boda y no terminaba en pedo…generalmente me chupo hasta el agua de los floreros y bailo hasta que quedo muerto de cansancio…voy a divertirme.
Al regreso pase la noche en la casa de Ikram…Fue la primera noche que dormí con la luz prendida…era muy común que durmieran con la luz encendida.
“Podemos apagar la luz” le pregunto a Ikram…Algo como que “alejaba a los malos espíritus de la noche” fue su repuesta, por lo cual intenté conciliar el sueño…sin preguntar mas nada.
En la mañana después de desayunar fuimos a la casa de Henry
Henry y Limbong habían planeado el día, había que trasladarnos hasta el hotel en Bellawan, donde había pagado dos noches. El hotel aceptaba devolver el importe de la segunda noche.
Por lo cual salimos hacia Bellawan a retirar las cosas que había dejado en Tres motos. Una hora para ir y otra para volver, pero cargados con todas las cosas…si le sumas el calor que hacía, mas la carga, fue un duro regreso.
Medan era una ciudad conflictiva, muy lento para avanzar, del enorme transito que había. Llegue muy cansado a la casa de Henry, donde iba a ser alojado hasta la llegada de la moto.
Pero el grupo ya tenía planes para la tarde, debíamos ir al aniversario de AMPO…por lo cual nos movimos con todo el grupo hacia el local del acontecimiento. Me mantenía como pasajero, en la máquina de Ikram.
Allí empecé a tener la noción de como se movían los grupos de Bikers…era asombroso la información que manejaban en las redes.
Un mundo de gente me esperaba para saludar y sacarse una foto conmigo. Colaboré lo más que pude, incluso bailé en el estrado con una de las chicas encargadas de amenizar la reunión…
Después de un montón fotos entramos en una especie de sala teatral donde se llevó a cabo toda la ceremonia preparada. El Himno de indonesia, la entrada de las banderas, la presencia de varias autoridades importantes, incluso una demostración de arte marcial. Había una convocación de más de mil personas
Entre las personas que conocí estaba Romo, un viejo biker que había recorrido toda Indonesia durante siete años…era toda una leyenda.
Me llamaron la atención los tiradores que usaba para sostener los pantalones.
Sé que ese día terminé cansado como un perro, volví lleno de stikers y condecoraciones…Por un rato estuvimos tratando de organizar el día siguiente. Limbong se encargaría de llevarme hasta Bellawan en la mañana para hacerme de la motocicleta. Era el día esperado, me reunía con “La Burra Negra” para empezar a hacer camino en Indonesia.
Esa noche me acomodaron en el cuarto de Oscar, el hijo de Henry y Vanesa…cuando entré y lo vi durmiendo con la luz prendida, intenté apagarla. Por suerte no hubo problema en ello y dormí como un lirón…
A las nueve de la mañana estaba Limbong pronto para llevarme hasta Bellawan…
Henry me había comentado que tal vez termináramos tarde por lo cual no tenía problemas que me quedara otra noche. Y dejara para el otro día el comienzo de ruta…Había perdido demasiados días…y el tiempo seguía corriendo…eso me tenía inquieto.
En el camino otro Biker, este era de Hmpc, se llamaba Rean. En primera instancia pensé que era un biker cualquiera, pero el papel que Rean VCM ha desempañado a lo largo de mi viaje, ha sido muy importante. Ha sido mi monitor constante de mi posición hacia las ciudades que iba.
Cerca de las diez estábamos en la puerta de la oficina encargada de traer la moto.
Les pague el dinero que pedían, 1.500.000 rupias, poco más de cien dólares. Les di el CPD y pasaporte y empezamos a dar vueltas por las oficinas portuarias.
Los papeles quedaron prontos pero la moto no me la entregaban hasta las dos de la tarde. Fuimos hasta el galpón donde estaba depositada tomamos unas fotos, controlé que no faltara nada (por lo menos en esto eran serios)
Rean nos invito a almorzar a Limbong y a mí. Fuimos a una especie de restaurante, donde me castigue con arroz y pollo con una salsa media picante…El calor era agobiante…
“Indonesia es panas” una frase que a lo largo de todo el camino me ha acompañado…Indonesia es caliente…muy caliente.
A las dos ni mira de aparecer los encargados de entregar la moto.
Llegaron media hora después, por lo cual tuvimos que protegernos al costado del galpón, bajo su sombra, regados con alguna bebida con hielo.
Por fin llega Mr Adman y nos entrega los papeles de la moto y el portón del depósito se abre para la “Burra Negra”…por fin teníamos vía libre en Indonesia.
Cada vez que quedaba libre para seguir camino en cada frontera me daba una satisfacción enorme…Solo yo sabía el precio que había tenido que pagar para estar en ese lugar.
Es ese momento cuando subes nuevamente a tu motocicleta y mil imágenes pasan celéricamente por tu mente…la emoción te embarga…estas dispuesto a explorar un nuevo país, ha continuar la aventura.
En ese segundo eres consciente del valor de lo que has hecho…eres consciente de lo que has dejado…de las facturas que tendrás que pagar en el futuro…la libertad no es gratis.
Tal vez al final de este viaje no tenga esposa, ni familia, ni hogar, ni trabajo…pero soy consciente de que nada es gratis en la vida. Si persigues un sueño siempre hay alguna factura que pagar…además de la incomprensión…
Linbong salió primero abriendo la marcha, Rean cuidándome la espalda…puse primera y lo seguí…detrás quedaba ese segundo de debilidad…ya volvía a ser, como decía mi amigo peruano Iván: “El gran Torino”…
De Bellawan a Medan hay cuarenta o cincuenta kilómetros…una o dos horas…según el transito que haya…siempre es intenso, pero por momentos es insoportable…
Rean Vcm nos acompaño hasta casi el centro de Medan, y después Limbong me llevo por varios lugares, sacando fotografías de la moto y la ciudad. En algún momento de las vueltas se agregaron Mida y su compañero Arif.
El tema era que Limbong regresaba a su casa.
Mida y Arif decidieron hacer una parada antes de llegar a la casa de Henry Gabe en una especie de bar, que oficiaba de club para motociclistas. Se ve que en lo de Henry no había nadie y debíamos hacer tiempo.
De inmediato me trajeron bebida fría…eso me asombraba, en todos los lugares que íbamos trataban de invitarme a comer y beber cosas tradicionales….y cuando no estaba bebiendo venían y me preguntaban: “Drink?”…o “Eat…Makan?...a veces ni preguntaban, depositaban la bebida o la comida enfrente y decían:”Tradicional Indonesia”.
Si decía que no, ellos no entendían mis razones, por lo cual terminaba aceptando la invitación…eso les daba satisfacción a ellos…
Para mí era suficiente un café con un par de tostadas, pero para ellos necesitaba comer algo más. Esa fue una condición que he tenido a lo largo de todo Indonesia…ellos tienen la amabilidad siempre de invitarte con algo típico del lugar, y era muy difícil explicarles que estaba lleno o que aquella comida no era de mi agrado. Además veías en sus rostros el desconcierto cuando decías: No, y lo reiterabas.
Otro choque cultural fue el baño, el gran choque cultural, aquí generalmente no hay duchas…la ducha es un depósito de agua fría y con un jarro plástico con una manija, te volcabas el agua sobre tu cuerpo…en la mayoría de los lugares esto es tradicional.
La costumbre general es ducharse (mandí) en la mañana y en la tarde…incluso al mediodía.
Me mandaban a ducharme, decían que olía mal…eso nunca lo pude apreciar…yo generalmente estoy bien, soy un hombre que transpiro muy poco.
Además, si me duche en la noche, me era imposible volver a ducharme en la mañana…pero como todo, tuve que adaptarme a esas condiciones.
Ahora me parece normal tirarme agua con un jarro, como algo que hubiera hecho toda la vida…igual el choque del agua fría, en las axilas o en los huevos, sigue siendo una sensación que aun no he podido adaptarme…brrrrrrrrrr.
En todos los baños no existe papel higiénico, por lo cual he tenido que acarrear a todos los lados con él…primero el papel higiénico y luego me lavo…me resulta muy difícil usar las manos directamente para lavarme o limpiarme el orto.
La primera vez, no lleve nada…y tuve que hacer camino con los pantalones a media asta, para llegar hasta la moto, agarrar el papel higiénico y regresar al baño. Desde ese día, ando con todo a mano.
La mayoría de los baños tienen orinales en el piso, el sistema de wáter casi que no existe, salvo que la casa sea muy moderna.
Cada vez que entro a un baño me llevo mi bolsita con jabón, afeitadora, cepillo de dientes y papel higiénico y la toalla….nada de salir a las corridas…voy preparado para lo que surja…
Otra cosa que exigen es que entre descalzo a la ducha, dejando las zapatillas afuera, hago caso omiso de ese reglamento, pues generalmente está el orinal en la ducha, y no quiero agárrame algún hongo.
Para mí ha sido en este lugar donde he tenido el choque cultural más marcado y difícil de adaptarme. Aparte de que para entrar a las casas debes descalzarte…a veces me mando como vengo y retrocedo para sacarme lo que tenga.
Esa noche después del Mandí, nos reunimos para diagramar el viaje del otro día hacia Berastagi.
Quedó coordinado que Linbong y Mida serian los encargados de acompañarme hasta Berastagi, a las diez de la mañana partiríamos…a las diez de la mañana comenzaría a rodar “El Viaje de los Sueños” en Indonesia y por Sumatra.
Luego de despedidas y la promesa del regreso, dejando la cálida casa de Henry y Vanesa nos hicimos al camino, acompañados por todo el grupo conocido al que se había sumado D, hasta las afueras de la ciudad.
Desde allí seguimos con Linbong y Mida hacia el destino.
Ellos ya habían pensado en el camino del día y me habían preparado un par de sorpresas en el camino.
Tardamos mucho para dejar el tránsito de la ciudad, cuando empezó la montaña el camino se hizo más disfrutable…comenzaba la jungla, eso me hacia feliz.
Paramos en un parque abandonado, muy antiguo, con gigantescos y antiguos arboles…allí se agregó otro biker…más tarde una pareja mas, ya eran cinco motos en fila india, reptando por la montaña.
En determinado momento cercano al mediodía nos detenemos en una especie de restaurante, donde nos empiezan a llenar la mesa de comidas tradicionales…bebidas frescas. Mientras Limbong ponía en antecedentes de quién era yo, a la pareja que se había sumado en parte del trayecto: Rio Adrian y su amiga Rini.
Me dedicaba a probar las comidas, no tenia que intentar comunicarme pues tanto Linbong como Mida hacía de traductores, contando los planes futuros y la historia pasada. Eso estaba bárbaro, me ahorraban trabajo y me dejaban libre para el disfrute de lo que fuera, incluso en ruta.
Esos fueron los primeros acercamientos a la labor de los Bikers de Indonesia en el camino. Esta pareja, totalmente desconocida nos acompañó un tramo, nos invitó a almorzar a todos y luego retornó al punto de origen. Ambos eran muy jóvenes, ella me hacía gracia, con esa especie de cofia tradicional que cubría su cabeza, dejando ver su cara redondita de niña aun…
Fue aquí donde empecé a ver el real valor de estas personitas, en su mayoría jóvenes…ya había tenido una muestra de ello en Medan con el grupo de Ybci…pero no había sido una casualidad, empezaba a ver este comportamiento en forma constante.
Eran realmente solidarios, lo sentían así…estaba metido en su interior como una forma de vida. Asombraba el respeto que me mostraban, era un viejo par ellos en comparación, pero siempre me demostraban respeto, me escuchaban, me atendían, trataban de mostrarme toda su cultura, con amabilidad, invitándome a cada instante.
No era solo uno y aislado, eran todos ellos los que se comportaban así, era magnifico. Me sentía bien, alegre y jovial por su trato.
Luego de despedidas y fotos seguimos camino a Berastegi (eso pensaba yo).
El camino tenía la misma tónica de curvas y contra curvas, algunos camiones pequeños, sin gran tráfico…iba disfrutando, en algunos momentos dejaba correr mi locura apurando el paso, dejando bastante espacio entre nosotros…
Cuando los grupos andan por las montañas y caminos difíciles es imperativo dejar bastante espacio entre las maquinas, entre cuarenta y cincuenta metros.
De esa manera se puede mover la moto de un lado a otro sin molestar al que viene atrás, o en las curvas usar todo el ancho de la banda sin problemas…incluso si al de adelante le pasa algo, podemos tomar las precauciones necesarias para no pasarlo por arriba.
A mí personalmente no me gusta ir apretado por el grupo, me gusta ir al final, de esa manera me siento libre de hacer cualquier maniobra sin perjuicio del otro o de otros.
Aquí los grupos tienen gran experiencia y pueden ir muy pegados, pero no les queda mucho margen para el error o el descuido. No soy como ellos que desde que nacen ya salen en motocicleta, me subí a una moto recién a los cincuenta años, por lo cual me falta bastante dominio aun de la maquina. He aprendido mucho, he tenido buenos maestros, pero falta…aun falta.
En la ciudad si que es necesario ir cerca, pues el trabajo del que abre camino adelante se pierde si estas alejado. Debes seguirlo lo más cerca posible, aun en carretera cuando el transito es demasiado denso. Esta función es increíble, pues invaden la franja contraria haciendo que las motos y los coches que vienen dejen espacio para el pasaje del grupo.
Además, después que adelantan un coche o camión le piden que se tire a su izquierda y baje la velocidad, dejando espacio en la banda que vamos, para que pase…
Lo increíble es la obediencia que muestran la mayoría de los conductores a las señales de los Bikers…siempre hay alguno que no hace caso, pero son los menos. Los camiones los respetan bastante. Los conductores de los bus, no respetan a nadie.
Aquí en Indonesia se adelanta por la derecha, y cuando adelantan te tiras lo mas a la izquierda posible. Las carreteras son angostas, con muy poco margen, apenas dos coches y una moto es el ancho de la ruta.
Si un camión adelanta un coche, ya no hay espacio para ti, lo mismo sucede cuando un bus adelanta…tienes dos opciones, arriesgas a seguir haciendo que el vehículo se cierre sobre su izquierda o empiezas a frenar dándole espacio para que realice la maniobra. Esta última es la mejor elección.
En Berastegi nos esperaban un par de Bikers locales a los cuales seguimos durante un buen tramo hasta que paramos en una modesta casa. Era el hogar de Romo, el lugar se llamaba Kabanjahé.
Romo era el legendario Biker que había saludado en Medan unos días antes.
Romo debe de ser el biker que tiene más kilómetros por esta tierra, ha estado de viaje durante siete años, recorriendo la mayoría de las grandes islas de Indonesia.
Su viaje le llevó más de cuatro años, anduvo como 40.000 kilómetros de Isla en Isla (Indonesia está formada por casi siete mil Islas)…toda una Hazaña…con cerca de 20.000 dólares.
Luego siguió viajando de a poco tramos, radicándose junto a su esposa Jemima en una modesta casa perdida entre las montañas, cerca de Medan.
De inmediato tuvimos buen contacto, Romo adoraba los boleros en español…había uno en particular (“bésame mucho”)…cantarlo a dúo fue una de las partes que más risas arrancó de la tribuna.
Me llamó la atención de Romo que al hablar vocalizara tan bien, el usaba toda la cavidad bucal para expresarse, lo cual era agradable al oído…mucho de ellos hablan entre dientes o a los gritos y no entiendes nada…pero Romo cuando hablaba era claro, muy claro… sin saber su idioma, podías entender lo que hablaba.
Romo era una persona sencilla, humilde que poseía gran conocimiento de rutas y lugares en este enorme país. Estaba acompañado por Joe Milala que era como su compañero más cercano. Joe no hablaba mucho. Pero entendía bastante de lo que se decía.
Es en ese momento que todos aportan ideas sobre el camino que debo seguir en Sumatra, ellos sabían que el objetivo era el lago Tobá…ya Limbong me había adelantado un plan de ruta…pero recién en aquel momento me quedó claro el camino a seguir, por lo menos hasta Java.
Durante todo el tiempo iba llegando gente, de Aceh llegó Fahrol y su pareja, el resto eran de las cercanías. Éramos como veinte personas metidas en la casa de Romo…Mucho me observaban desde el jardín sin poder entrar al recinto que estábamos, por lo cual empecé a salir y tratar de charlar con ellos. La mayoría de los jóvenes miraban y escuchaban desde el jardín.
Par ellos era como un sueño que los saludara, los dejara tomar fotos, montar la moto, les dijera alguna de las pocas palabras en bahasa que sabía.
Decir “akurra popo” levantaba risas siempre, y servía para romper el hielo, después de eso, ellos perdían su vergüenza y podíamos bromear de distintas formas, hasta lograr comunicarnos. Siempre había alguien que hablaba un poco de inglés…por lo cual se podía redondear algunas ideas.
Esa noche los jóvenes hicieron una colecta y salieron a buscar la cena…
El grupo de Medan, mas la pareja de Aceh nos sentamos en el piso como era la tradición, sobre una enorme alfombra. Ellos ya sabían que me gustaba el nasi goreng o my goren (arroz frito o fideos fritos) por lo cual siempre me traían alguna de esas comidas. Esta vez fueron dos porciones de nasi goreng, por lo cual Romo ligó una de ellas.
Desde antes de la cena había comenzado a llover, la lluvia había sido una constante en Malasia y aquí en Indonesia no era diferente. En algún momento del día llovía. Lo bueno es que era por un breve lapso, en una o dos horas dejaba de llover…pero era sumamente intensa.
Si te hacías el hombre, terminabas empapado. Estas montañas eran frescas, si estabas mojado sentías frio y podía terminar en una gripe.
Linbong, Mida y Arif decidieron salir para Medan en un momento que paró la lluvia…las nubes se dirigían hacia Medan por lo cual era seguro que el agua los agarrara en al camino. Nos despedimos brevemente, con la promesa de vernos al regreso.
Alguien mencionó la palabra “mandi” a lo cual respondí: “no mandi…cold..”
De inmediato los jóvenes me explicaron que había una especie de agua termal cerca, que si quería podíamos ir y bañarme con agua caliente.
Por lo cual, con Joe Milala a la cabeza del pelotón salimos a las diez y pico de la noche a hacer veinticinco kilómetros para que este uruguayo se bañara con agua caliente…El camino era muy angosto y lleno de curvas, había niebla (siempre después de la lluvia se levanta una especie de niebla en las montañas) lo que me hacia dificultoso de ver el camino.
Pero teniendo a Joe adelante, seguía sus luces…el foco de la Phantom es horrible, no ilumina bien, se dispersa mucho. Con niebla se hace aun más difícil…algún pozo lo pasé de largo esa noche.
El complejo tenía varias piletas, algunas chicas bañándose, pero como es tradicional, vestidas, lo cual no era muy atractivo.
Estuvimos más de una hora gozando de las piletas, los gurises se divertían mucho…A Fahroel le causaba impresión el agua caliente…Joe Milala se mantenía lejos del grupo manejando mi cámara con recelo. Había ofrecido una recompensa para aquel que lo tirara a la pileta, por lo cual después de un par de corridas, se mantenía alejado.
“Ok…go…go tomorrow long trip” le dije a Joe…de inmediato empezamos a prepararnos para la partida. El regreso estuvo mejor, mi memoria inmediata ya sabía dónde estaban las curvas difíciles, la noche era oscura, pero la niebla había desaparecido, por lo cual rodamos más rápido.
Romo aun estaba dando vueltas en su casa, nos despedimos del grupo y me preparé a dormir en el lugar asignado. Estaba cansado, había sido un día largo, con muchas emociones…dormí como un lirón.
En la mañana ya estaba con renovada energía, Romo ya estaba en plan de guerra, después del café y pan con crema de maní, nasi goreng.
Tanque a full, preparamos para seguir a Samosir, mas tarde llegó Joe que también nos iba acompañar, en ese momento me regaló un par de guantes…yo no pude hacer lo mismo, aquí las manos eran pequeñas y no había visto un talle de guantes que me quedaran bien, por lo cual seguiría con ellos hasta el final. Romo colgó su legendario estandarte con la bandera de Indonesia en su moto. Hoy iban a hondear dos banderas de diferentes países, en diferentes motos, pero íbamos a conducirlas dos hombres de similares sueños… hermanos de sueños y de realidades.
Pusimos proa hacia un volcán cercano, quedaba hacia el otro lado del lago Tobá, por lo cual deberíamos regresar para retomar la ruta hasta Samosir, el destino del día.
Nunca había estado tan cerca de un volcán como esa mañana, llegamos hasta la cumbre de las montañas enfrente al volcán, una vista hermosa.
Podía ver el humo de la lava bajando por las laderas, la última erupción había sido hace tres días…era emocionante estar allí.
El paisaje era lo que más me gustaba, transitar entre campos sembrados en medio de la montaña y la jungla, llenaban mis ojos.
Sabía el sacrificio que significaba sembrar en estas zonas, ver las terrazas sembradas de chili y col le daba un toque especial al paisaje, de profundas hondonadas.
Joe y Romo se turnaban en la punta, siempre viajaba al medio, protegido por ambos.
Para llegar a Samosir debíamos trepar montañas llenas de densa selva, más elevadas y bajar hasta el valle del lago Tobá. El camino era parecía una enorme serpiente en movimiento nervioso…el zigzag era eterno…
Debíamos tener calma, detrás de cada curva no sabíamos que iba a aparecer…íbamos lento, pero disfrutaba cada tramo…por momentos la selva envolvía la ruta y el día se hacía noche.
Nos detuvimos un par de veces, quedando extasiado del paisaje que veía…bajar desde la montaña al valle, hace que en cada curva veas una nueva imagen.
El trabajo era duro, marchas y contramarchas…curvas y contra curvas…bajadas y subidas…debíamos estar siempre atentos a la ruta, no había lugar a distracciones…solo en ese pequeño instante entre curva y curva, deslizaba la vista al costado y llenaba los ojos con lo que veía…
Legamos al valle, comenzando a transitar en zonas pobladas, las casas me llamaban la atención, sus techos tenían un estilo similar a una embarcación tradicional del Pacífico sur…sus puntas se elevaban apuntando al sol. Los frentes eran tallados exquisitamente en madera, algunos con hermosas pinturas, otros simplemente al natural.
Llegamos a Samosir, nos detuvimos en un complejo hotelero llamado Carolina…el lugar era espectacular…aguas cristalinas, profundas en un entorno natural de árboles frondosos y palmeras.
Entramos en el restaurant del hotel y nos sentamos en una mesa que daba hacia el lago, el paisaje era increíble. Pedimos White Kopi, mientras me acodaba en la baranda mirando el lago…el agua era transparente, podía ver como los troncos de las palmeras se perdían en el fondo del lago con total nitidez.
A los minutos se agregó a la mesa Irwan… Romo y Joe lo ponían al tanto de mi historia, luego trajeron el almuerzo para los tres…comimos entre charla y charla. Por lo que me dieron a entender esa noche la pasaría en aquel hotel…pero a las diez de la mañana debería estar en el ferry que me llevaría al otro lado del lago para seguir camino hacia Sibolga…se reuniría mas tarde en la noche para conversar y luego me acompañaría al ferry.
Por lo menos eso fue lo que entendí ese día. Cuando termine de llevar las cosas a la habitación, estaba muerto, me había tocado una cabaña en la altura del cerro, eran como doscientos escalones…en el último viaje me tiré en la cama. Me desperté con el ruido de la lluvia…era abundante…
Irwan no apareció esa noche…pensé que era por la lluvia, era lógico hacia horas que llovía intensamente. Cené en el restaurant cerca de las diez y media…el agua continuaba cayendo. Después de la cena me fui a dormir.
Me levanté al amanecer, tome la cámara y salí a cazar el amanecer. Luego de un rato de paseo y fotos me senté en el restaurant, un café y un omelet fueron mi desayuno…
Subí las escaleras hasta la habitación, preparé todo y bajé tratando de llevarme todo de un viaje, subir de nuevo no iba a hacerlo.
Bajé las escaleras con todo la carga, por lo cual cuando llegué a la moto estaba cansado como un perro…pero no tenía que subir nuevamente.
Nueve y cuarenta y cinco salí rumbo al Ferry que me cruzaba hacia el otro lado del Lago Tobá…Irwan tampoco apareció. Había entendido mal nuevamente o se habían olvidado de sus palabras. Aquí la gente no es nada puntual, te dicen a una hora y aparecen hora, hora y media más tarde o sencillamente no aparecen.
Luego de cruzar el lago en el Ferry, retomé el camino en solitario rumbo a Sibolga.
El camino a Sibolga era largo, pasando por varios puntos de conflicto en pequeñas ciudades. La ruta estaba en muy mal estado, con mucha gente al costado del camino…Aquí los camiones se mandan hacia donde este mejor el camino…y muchas veces no tienes mucho margen de maniobra.
La ruta visualmente es magnífica, transcurre toda a lo largo de la montaña, por lo cual por momentos era similar al día anterior.
Llegué al punto de encuentro con Arif…desde allí se divisaba la ciudad al pie de la montaña. Lo seguí hasta ella pasando por dos túneles en muy mal estado, totalmente rústicos, llenos de agua que manaba por sus paredes, a oscuras…las piedras eran grandes por lo cual ibas dando tumbos entre el trafico que venía…pasamos sin novedad, siguiendo el descenso hasta Sibolga.
Arif se reunió con Alex quienes serian mi soporte en Sibolga…buscamos un hotel barato y me instalé allí, pensaba estar dos días, pues necesitaba lavar mi ropa. La moto quedaba segura dentro del hotel…
Arif y Alex me invitaron a comer, regado con White Kopi…más tarde se fueron sumando otros Bikers de la ciudad, compañeros de Alex. Arif era un Biker independiente y solitario. Yo tenía expectativas con las playas de la ciudad, pero la costa era barrosa y baja, por lo cual solo dimos unos pocos paseos por la ciudad, sin ganas de tirarme al agua. (En eso soy muy exquisito, no me baño en cualquier lugar…el agua debe de ser de mi agrado).
Los dos días transcurrieron sin grandes acontecimientos…tranquilos.
“Bueno si esto es volver a la normalidad, está bien”…pensaba…la cantidad de gente de los días anteriores empezaba a ralear.
Los padres de Arif tenían una especie de cafetería donde fui invitado a desayunar conversando un buen rato. Aun me costaba mucho comunicarme.
La gente me escribía mensajes en el teléfono…”Dimana posisi Mr”…a lo cual contestaba “ok…Terima Kasih.”…después de una semana me di cuenta que me preguntaban mi posición actual…..Jajjajaajajajajaa!...les contestaba “ok,muchas gracias”
Después al mediodía del segundo día la ropa estaba pronta y cargué para seguir camino rumbo a Bukitinggi.
Arif y Alex me acompañaron hasta las afueras de la ciudad, dejándome en ruta.
Esta era similar a la del día anterior, entre montaña, caminos sinuosos y de tramos lentos. El día no me dio para nada, por lo cual seguí en la noche…para mas empezó a llover, la visibilidad era poca, por lo cual me puse detrás de un bus y traté de seguirle el ritmo. Sé que llegué a Bukitinggi después de horas detrás de las luces del Bus…empapado casi a la una de la mañana pude meterme en un hotel…”Otra de estas no Ernesto, me decía a mi mismo…si llueve paramos…ok?”…
Recordaba la canción de Maná. “Bendita tu luz”…durante horas no vi la carretera…apenas veía la luces de posición del Bus…pero esa era otra historia…ahora disfrutaba de la hazaña y cantaba bajo el agua caliente…”bendita tu luz…uuuhhh… bendita, bendita tu luz… uhu… uhu” (no me acordaba de mas partes, jajajaajajaja)
Al otro di me preparé el desayuno en la habitación, luego bajé los tres piso hasta la moto. No tenía ni la menor idea de donde estaba, ni para donde iba…no había estudiado la ruta…recordaba el nombre de dos ciudades Solok y Jambi…después de repetir el nombre varias veces, encontré a un policía que me señaló para donde…pero Bukitinggi era un laberinto, las calles daban enormes círculos…pero al final salimos de la ciudad y de vuelta a la ruta. Seguía a unas camionetas amarillas que oficiaban de bus entre los pueblos, mientras las tuviera a la vista sabía que estaba en la ruta correcta.
El día transcurrió entre montañas y dos enormes lagos, la ruta serpenteaba por las orillas de los lagos, en bastante buen estado, sin mucho transito y a temperatura agradable…Una rodada muy disfrutable. Luego de Solok me propuse llegar a Jambi…y como todo vasco, pusimos proa a Jambi…duro y parejo…la tarde transcurrió entre valles y montañas, pero de buen camino. Veníamos a ochenta y noventa, “la Burra Negra” respondía bien y ya me sentía adaptado a las rutas de Indonesia…
Me faltaban noventa kilómetros para llegar a Jambi, cuando una moto se pone al costado y me hace señas para que me detenga…
“Mr Ernesto?”
“Yesss”…
“Drink White kopi in my sekret?...my friends in seKret…”
“Oh, my go to Jambi…what kilometer your secret?”
“Ten kilometer…”
Diez kilómetros, un café y sigo camino pensé…
“Ok…twenty minuts stop…go”
Y retornamos los diez kilómetros que no eran diez, sino quince…pero ver las caritas de alegría cuando llegamos al Sekret, eran toda una postal.
Para aquellos jóvenes, algunos casi niños era algo increíble…tenían a un rider de largo aliento en su pequeño hogar…todos se abalanzaron sobre mi…”Whithe kopi Mister…makan mister…Akurra popo mister”…y se reían en conjunto.
El muchacho que me había detenido se llamaba Rian Marley, llamó a Ryan Eko en Jambi, para avisarle que no llegaría ese día.
Al final que no seguí camino, así que arme mis bártulos para pasar la noche y estuvimos hasta altas horas de la noche compartiendo momentos con aquellos muchachos.
Esa noche me di cuenta que los sucesos en Medan y Kabanjahe no eran aislados.
Ellos eran igual que yo, tenían el mismo sueño…su sueño era mi viaje, su sueño era mi realidad. Viajaba en una moto pequeña igual que ellos, viajaba casi que sin dinero…para ellos era como una inspiración.
Fue allí que me di cuenta que los Bikers de Indonesia necesitaban que les hablara, que les contara de otra realidad, de otra vida.
Ellos necesitaban que alguien les dijera que sus sueños eran posibles, que no estaban lejos de ellos.
Fue allí que comencé a hablar con los Bikers, primero les hablaba de sexo…y luego de otras cosas.
Les trataba de explicar que para mí era incomprensible que no se cuidaran, no podía creer que jóvenes de quince años ya estuvieran casados y con uno o dos hijos a cuesta.
El sexo es algo hermoso de practicar, pero siempre si usan condón…de otra manera destruían su vida y la de su pareja. Aún eran niños, no tenían la madurez necesaria para afrontar la responsabilidad de un hijo.
¿Cuál es tu vida?... ¿cuál es tu futuro?... ¿cuál es el futuro de tu hijo?
Les contaba que tenían derecho a una vida plena, que el hecho de no cuidarse les marcaba una vida llena de sacrificios…una juventud caducada, donde por un error deberán trabajar toda su vida para mantener su familia, sus hijos.
Ellos me explicaron que el islamismo prohibía hablar de sexo, de tener sexo libremente, de usar condón, si no estaban casados. La religión prohibía incluso besarse libremente en publico.
Ese fue el primer choque con el islamismo…Traté de explicarles “que era preferible morir de pie, que vivir de rodillas”…usando las palabras del otro Ernesto…que la palabra imposible, no estaba en mi diccionario…y que prefería ser destruido antes de ser derrotado.
Fue aquí en un pueblito olvidado, entre Solok y Jambi, que comencé a hablar con los Bikers de Indonesia, que empecé a hablar de nuevos conceptos de libertad…y ellos me escuchaban. No hablaba bahasa Indonesia, pero llegaban a entenderme, usando un poco de inglés, español y gestos, ellos llegaban a comprender.
Esa noche dormimos tirados en el suelo, rodeados de jóvenes contentos, pues estaban junto a su abuelo, que era un biker como ellos… que los entendía… les hablaba…les aconsejaba...les contaba historias.
Mañana seguiría camino a Jambi, pero eso es otra historia.
Hasta la próxima entrega.
Ernesto Urrestarasu.
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